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En la estación, azocada de los
filigranas solares que llegan a su cenit, ese punto más alto que por su
inclinación invernal ciega los ojos. Se sienta, a la espera de un autobús que
la lleve al primer pueblo para luego continuar su rumbo. Al lado de ella , un
joven. Lo examina , sus rasgos delicados y refinados toma la apariencia de una
joven. Pero no es chico con uñas pintadas y zapatos de tacón plano. Consuma en
su belleza ante su extravagancia, ante su aspecto asexuado, androgénico que le
sorprende…tanto que su mirada quiere evitarlo, evitarla. Tanto que sus ojos se
pierde escoltándolo, ocultándola a la espera de un movimiento de sus palabras. Y
su voz no se siente, callado, callada con el azul de iris en la guarda de la
guagua se pasa el tiempo. El transporte para esos lugares lejanos o no de la
isla tarde, cada dos horas sale el autobús y hay que tener paciencia. Una
paciencia que no poseemos hoy en día. Giramos a ritmo desorbitado, emergiendo
en el tremor de un cráter que arroja el malestar de las entrañas de nuestros
sentidos. No, nos damos cuenta lo grato que es esperar, observar, embelesarse
con cada mecer de una brisa que refresca nuestras ideas. Es natural y esa
naturaleza en su pose, en su manera de sentarse y observar le crean un escudo
eviterno donde las malas lenguas mueren por el mero hecho de dañar por dañar.
Es natural y lo miro y me avergüenzo y como arroyo equivocada de donde fue
manantial de la curiosidad revierto mi sendero y escondo mis ojos antes de que
se de cuenta.Y antes de que me de cuenta ha desaparecido, ha sido absorbido por
la muchedumbre. Me quedé con aliento cortado, iba a saludar. Escucho alguien
cantar con su guitara en esta subterránea estación, me despisto y me desvío de
aquel muchacho , de aquella muchacha. Me es lo mismo su sexo. El se siente ,
ella se sienta libre en su persona, como debe ser, acomodarse a cada una de las
sensaciones que nos da la vida. Me suena lo que toca, pero no logro localizar
el título en mi memoria y cuando ya ha cesado me viene y empieza con otra
melodía. A ras de sus pies descalzos, una gorra. Las prisas nos llevan. Las
prisas nos traen. Y el muchacho , y la muchacha otra vez está sentado, sentada
al lado mío. Una extraña sensación me violenta, ha permanecido aquí todos estos
momentos o se ha levantado por algún tiempo. Buenos días, le digo. Sus ojos de
aguas cristalinas tropiezan con mis ojos oscuros. Advierto una cierta
neutralidad que se ve pintada con el suave ángulo de su rostro impasible. Me escondo en mi reconditez y de repente.
:Buenos días
Buenos días, repito. Hace un día
bonito. Qué cantidad de gente en está estación
-Sí, un día bonito. Mucha gente en
la estación, es el origen de diversas idas y venidas de la isla, es normal. Se
encuentra bien señora
-si, le contesto. Solo quería hacer
observación de hoy.
Sus ojos infiltrados en los míos me
aferraron a un ardor de mis mejillas, supongo que lo habrá notado. Es como si
se hubiera metido en mi circulando por mis arterias, por mis venas. Es como si su todo
comprendieran mi todo. Como si su nada comprendiera toda mi nada.
-Pero da pena que toda esta gente
sufra de un traumatismo irrefrenable en la contaminación de esta tierra. No se extrañe
señora. Yo soy así, converso con el mundo. Converso con los pájaros y ellos me
dicen que cada vez les cuesta más danzar en sus vuelos, en la libertad bajo una
bóveda celeste donde la atmósfera se hace irrespirable. Tanto, señora, que no
hemos avanzado mucho o sí ¿Usted qué cree?
No logró comprender de esta
conversación y sigo su ritmo. Se me hace raro. Todo es raro. Esta situación de
mi vida, este sitio, este viaje.
-Sí, el futuro es incierto. Hay anomalías
que hacen daño y ese daño viene a nosotros. Es verdad, ya no se sienten tanto
los pájaros trinar. Se habla de islas de plásticos. Se habla de ríos de basura.
Se habla de la desertificación. Se habla de catástrofes aún con más virulencia.
El clima está cambiando, aquí, en todos lados. Los hijos de esos demonios de la
sed, del hambre, de las enfermedades huyen y aun lo ignoramos…lo ignoramos. Ya
no son las guerras sino el agua, los virus. No es especial que enfermedades
erradicas en occidente vuelva a la luz, eso pienso . Sí, el futuro es incierto.
-Parece usted comprensible, señora.
Es extraño encontrar alguien que escuche a la tierra. Sí, eso señora, escuchar
a la tierra. La tenemos que escuchar en su silencio. En su herrumbre presa de
incendios de despiadados, en sus muertos por guerras idiotas que llevan a
ninguna parte. Más…¡Más¡ venganza, solo eso. Le puedo hacer una pregunta…no
suelo hablar con nadie, ya sabe como están las cosas ¿A qué se dedica? Y perdón
por la intromisión.
Perdón por la intromisión. El
reflejo de sus palabras me deja ensimismada. Tu actitud respetuosa clava en mi
la confianza…la confianza de confiar en él, en ella.
-
Soy
investigadora.
-
-Uhm,
interesante. Y puedo hacerle otra pregunta más.
-
Sí,
muchacho.
Compenetrados, esta
es la palabra exacta. Cómplices de una conversación que se va hilando de modo
natural y sencillo, sin el asalto de lo artificial.
-
¿Qué
investiga? Por curiosidad, me parece usted una persona interesante.
-
El
medio ambiente . Si investigo como la basura espacial , hará añicos el sueño de
muchos en el mañana. Llegará un momento en que las naves espaciales no podrán
salir de la atmósfera terráquea siente presa de la basura que orbita entorno a
este planeta. Creará un caos, porque ya sabes, buscamos otros planetas donde la
posibilidad de vida sea suficiente para dentro de décadas. Este mundo está
sufrimiento una polución tal que somos hijos insostenibles del mañana, cuando
el mañana debería ser mejor par los herederos de este planeta. Un entorno
sostenible donde hombre y tierra conviva en respeto y armonía.
-
Uhm.
Me recuerda cuando dice donde hombre y tierra conviva en respeto y armonía a mi
padre. El siempre lo decía, el hombre de la mar, de cetáceos hablándole cuando salía
a pescar para llevar su mercancía bien temprano al mercado. No me mire así,
señora. Mi padre, un humilde pescador y que todos llamaban Tragalunas me crío
lo mejor que pudo. Y yo creo que falta de mi madre , lo hizo de la forma más
excelente que se pude hacer. Saqué mis estudios, me cultivó en la cultura y la
libertad y aquí me ve, este soy yo. Siempre…siempre hablándome de mi madre. OH,
mi madre.
-
Al
verlo cerrar los ojos cuando pronuncia aquella mujer le digo lo siento. No sé
por qué, un suspiro contenido lo agarra, lo acoge y por su tez , frágil, una lágrima
deja que recorra su piel hasta su cuello, perfecto.
-
No.
No lo sienta señora. Mi madre se marchó, no me refería a ella como si estuviera
muerta. Ella es de Lobos, supongo que seguirá viva. Eso decía mi padre, que
allí es feliz, que allí hizo su vida y que el la visitaba cada vez que se
embarcaba. Siempre me decía , no sientas desazón, no te molestes por que ella
no está. Si la necesitaras vendría.
-
El
muchacho se levanta. El muchacho coge la guagua del aeropuerto no sin antes
darle un apretón de manos y beso en la mejilla. Estando para subir, mira atrás
y ella lo mira y lo mira…no sabe si es una ilusión o una visión dos alas de
mariposas de colores como el arco iris, salen de su espalda y desaparece. El
guitarrista continúa con su actuación y ella ahora recuerda esa canción que
toca, se levanta, le da unas monedas y vuelve al sitio que estaba. El autobús con
el muchacho o muchacha de alas de mariposas de arco iris ya se ha ido. Meditativa
saca un libro de su mochila y toma apuntes. Apuntes que rompe en ese preciso
instante porque no sabe como describir tal situación. Las claraboyas de la
estación le dice que el tiempo está cambiando, todo se va haciendo más gris,
más pesado y un olor a lluvia penetra en sus fosas nasales.
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