Y comenzó a llover en el mes de diciembre,
la isla luce un haz de un otoño que se asemeja a una primavera. Los pasos se
saludan cuando a ras de la hierba húmeda continuamos con nuestras vivencias. Y
comencé a despertar, a exhalar un sereno anhelo de querer verte, de querer
descubrirte, de querer ser hechizada con el aliento de las rocas donde las olas
rompen. Bach retumba bajo este techo en su concierto a violín como nómada de
mis huellas. Me retraigo, me anquiloso sobre este diciembre, espero que la luz
de esos rayos inclinados dé pincelados a mis ojeras. Respiro. Me sustento donde
el horizonte es canto de cetáceos, donde mi ventana da donde los gallos sonoros
anuncian la nueva jornada. Y aun así, te llamo, descuelgo mis sentidos y mi
razón acosa a mi corazón en continuar donde el espacio imperfecto es atmósfera
que atrapa a los amantes. Dejo un ápice de tristeza contagie mi espíritu arrastrándome
en esos campos, en esos pueblos donde la devastación, la destrucción, las
esferas del odio y la ira incontrolada se es asidua visita a cada segundo, a
cada minuto, a cada hora. Y comienzo a lagrimear…lágrima clavada como hoja
afilada de un cuchillo en mi pecho pero no decaigo, me levanto y en el
sostenido alzamiento de mis deseos vuelvo a pensarte. Vuelvo donde los sueños
bellos, buenos me nutren de un arco iris universal en el paso del tiempo. Y el tiempo pasa, el clima donde nos situamos
será distinto en las estaciones, las constelaciones será soles de nuevas
ilusiones. Y es diciembre. Y comenzó a llover….cojo mi maleta y guardo los
recuerdos y a ti. Sí, a ti amor mío, te conserva donde los pájaros cantan,
donde la irradiante maravilla del amor es único lugar de la verdad.
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