Es temprano, digo yo. Si temprano
cuando los astros cercanos son puntos de luz del naciente de la madrugada. Me
levanto, así, como todas las noches cuando el reloj imparable indica el
descanso. Enciendo un cigarro, noto en mis paredes yermas, en mi cuarto
desierto solo el olor del tabaco que en espiral se sumerge como camada de
estrellas su presencia. Me viro , lenta, somnolienta, sin miedo y ahí está su
figura, viste camisa blanca y falda celeste. Es ella, no sé perspectiva, que
hipnosis, que sensación me motiva a decir que sí, que es ella. Me vuelvo
acostar, tranquila, con la quietud de olas mansas cuando la luna levanta.
Tic-tac…tic-tac, las horas se convierte en un refugio de sueños fundidos en la
nada. De nuevo me levanto. De nuevo me siento. De nuevo enciendo un cigarro. De
nuevo estás paredes que denotan la ausencia. Me viro lenta, segura, adormilada y
su presencia se hace más vital, más comunicativa, es ella. Sí ella. Ella que
años…muchos años atrás había partido donde la materia no más que energía expandiéndose
en el universo. Ahora se concentraba aquí, en esta habitación que solo huele a
decepción, a una soledad continua en el tiempo. Sonrío y vuelvo donde las
sábanas de una noche de otoño deshilan hojarasca al son de la ventisca, de un
clima exasperante, desquiciado. En el letargo, soy aliento de un nuevo mundo,
de una nueva emoción, de una nueva visión desde mi verticalidad. Y me vuelvo a
levantar, amanece, un sol brioso con su declinación otoñal me baña, visita mis
ojos y los cierros. Su quietud ante la noche ida me calma, me inyecta en una
atmósfera donde los pájaros cantan, a destiempo. Voy al balcón, me asomo, una
bocanada de brisa refrescante acoge todo mi rostro y la recuerdo. Está aquí,
donde vivió. Su silencio ha quedado, la sonoridad de su tacto caricia mis manos
y mis manos acarician la belleza de su mirada. Y es temprano, digo yo. Debo
continuar donde las aceras sucias ahuyentan lo malo. Debo continuar donde los
pájaros cantan. Debo continuar en lo vital de la vida…..¡Ah¡ su sonrisa, me
mece en el sentido de esos diminutos instantes que nos que somos ecos del ayer.
Un ayer que nos condiciona los pasos del hoy.
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