viernes, noviembre 22, 2024

VENID

 


Venid, venid quiero escuchar el canto de las olas rotas, de la hierba estrangulada por un noviembre donde el sol truena. Venid, venid sé parte de mi corazón cual confunde el amor cuando de sus lágrimas pena en la penumbra.  Venid, venid amadas de mis sueños, conversar con los cielos yermos es muy cruel, es muy duro y el mal alborota esta casa donde mis pasos se pierden en la nada. Venid, venid santuario de cetáceos, sed vientre de un nuevo camino que me lleve hasta la calma tras está tormenta de la dejadez, del desánimo, de los aires malhumorados de las jornadas.  Una luz penetra en mi pecho y el baile da pie a un piano sollozante cuando su amada se refleja en un espejo donde mi cuerpo se mece con el sonido de cuerdas de una vida que no me pertenece. Venid, venid arboledas de la sombra, de la lluvia grácil de nuestros deseos. Aquí estoy, frente al mar, su infinitud es trinar de mi verticalidad bajo un horizonte callado, remoto. Me descalzo, corro por el pasillo y el sudor expulsa el olvido ¿Me recuerdas? Aquí estoy amor en las esferas enrarecidas de quererte, de amarte en la oscuridad de las lunas. Venid, venid deseos vanos, caracolas murmuran su nombre y aquí estoy, donde las manos no alcanza tus labios, bajo el abismo de acantilados donde las olas rompen.

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