Nos sentamos, miramos esta tarde apagada, plomiza.
Meditamos sobre las flores marchitas que pronto reverdecerán. Sentimos , que
aquí estamos, con la singularidad de pájaros susurrantes. Nos apiadamos de esos
hombres donde el viento impredecible e implacable nos trae malos recuerdos. Y,
sin embargo, aquí, en el ahora nos sentamos en la particularidad de una nueva
jornada que nos silba en el todo del universo, en la nada de una materia oscura
donde la vida se hace la nada. Callemos, todo está quieto y nosotros sobre esta
pequeña roca esperamos la luna, cuando los nubarrones se distraigan con otros
lugares ajenos a nuestros sentidos.
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