miércoles, octubre 02, 2024

EL ENTIERRO


 

Se humeaba una secuencia de una balada que caía a medida que su cuerpo se iba enterrando. Se iba, su materia, donde los bichos se alimentarían para no más ser polvo de esta tierra, raíces que en lo profundo abraza los astros. Una lagrima de emoción , de la sensibilidad que manda se dejaba ver en los rostros. Hasta la mentirosa de su cuidadora, un ser hermético, que asentaba su medicación. Todos los sabíamos y callábamos. Un halo azul nos envolvió entonces, la cuidadora torpemente cayo en la fosa. Su gemido airado, sus gritos desbarataron el entierro. Una risita se oyó detrás de nosotros, sus hijos, sus nietos, sus sobrinos. Y espantada, con el corazón en la boca salió del agujero. Ahora me vienen esos recuerdos, un recorrido que se hace pesado en la vida cuando nos perdemos en su ida. La balada sigue sonando y es difícil esas jornadas donde las prisas de un otoño se lo llevaron. Y ahora me siento y ese halo azul me acoge y esa ira me equilibra para escupir toda esa mala gente. Sí, porque nos movemos en lo cómodo, en lo fácil para rasguñar la riqueza, aunque sea a costa de lo indefenso , de la ignorancia. Y aquí estoy, cuando la noche me enseña el reencuentro del pasado a cámara lenta. Me desvisto, escucho esa balada y tomo un café y este otoño es memoria de aquel que masticaba un chicle, de aquel que en la lejanía veía como la pala cubría su ataúd, de aquel abrazado a la mano de un ser querido como iba siendo la despedida, de como aquella que se cayó estaba hirviendo en un cavilar impreciso, de como sus nietos alumbraba ese tiempo que ya había terminado, de como su tonada erraba en esa atmósfera y de cómo el silencio producía el ultimo temblor a esos cipreses que decoraban el cementerio, de esos rosales que se abrían en cada tumba, de nichos de flores secas en la dejadez. Y dónde estás ahora, seguro trotando en una persona donde entregas todo tu yo y que tropezaré a lo largo de las estaciones. No me recordarás, pero tus maneras abogaran por tu nuevo nacimiento donde la luz de tus deseos querían. Aunque yo no lo sepa, estarás ahí, donde sombras borrosas escribirán nuestros pasos por esta existencia. Siento esa balada de aquel día de la despedida que tanto te gustaba, no te preocupes aun converso con ella.

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