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laguna198@hotmail.com
Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
Estoy aquí, en la atmósfera
exterior. Miro el planeta tierra, lo saludo. Buenos días, cómo estás. Una incertidumbre
lo arrasa. Un ambiente que lo hace dudar en su mañana. Las guerras son
inconclusas. La contaminación es frenética. El hambre castiga a los inocentes.
La sed evidencia nuestro egoísmo, nuestra ira sobre llanuras donde la aridez
raja gargantas. La solidaridad se ha vuelto como una condena, cadena perpetua
con navajas a ras de las espaldas cansadas de los sueños de que puede ser, de
que puede haber un aire de esperanza ante tanta y tanta muerte y
demolición.Estoy aquí, desde un
satélite donde habita la nada. El mundo azul se vuelve extraño, desconfiado, presa
de malas enfermedades arrastrando a nichos comunes a sus gentes, a sus especies.
Desde aquí, donde las noches son largas y la soledad me alumbre cuestiono que
es el ser humano. Detrás de la una historia singular, autentica para cada uno
de uno de ellos. Somos de corpulencia parecidos, pero de vida distinta. Ahora
los echo de menos, quiero bajar al planeta tierra o mejor dicho al mundo donde
cada hábitat es insostenible y despreciado por otro que no es otro sino
nosotros mismo. Alguien habrá a la par de mi andar, de mi conversación y
callaremos cuando los sentidos nos de el aliento necesario para afrontar su
realidad. Y su realidad , la misma que la mía, nos convencerá de ese querer por
belleza de un abrazo, de un crecimiento benefactor de la paz. Mientras, estoy
aquí, en un satélite donde los vientos son desenfrenados. Sola, con la idea de
un mañana donde dormiremos en nubes azules de tranquilidad. Me transformo y
vuelo, mi viaje es largo, me vuelvo si esta gravedad me lo permite al mundo
azul. Lo echo de menos con sus batallas y sus derrotas. Necesito la mano amiga
que cambie las sensaciones denigrantes, nefastas que apuran ese clima, ese
planeta habitable donde sus noches estrelladas nos dice de la llegada de un
mañana agazapado en el sonoro resonar de la armonía, del equilibrio , cortando
su desenfreno, su delirio. Mientras preparo mi nave al vacío del universo,
donde su sonido crepita en lo sublime y solemne, me apuro antes de la que su
despedida sea demasiado tarde. Oh , tierra, estamos aquí donde los sórdidos
llantos del miedo alumbran la mayor parte de tu faz. Oh, tierra querida mía, ya
hemos llegado y todo sigue igual durante siglos y siglos indeterminados. Las
civilizaciones se autodestruyen en ese instinto de venganza arraigada al pasado,
un pasado muy lejano. Un pasado aislado del ahora, que estamos en otros
tiempos, en otros espacios condicionados por los necios del horror. Y aquí
estoy, de nuevo en casa, bajo mi techo, mi despertar es lúcido, transpirable,
claro y deseo que las manos , sean de donde sean, se aúnen y alcen caravanas de
pañuelos blancos en la deriva de los días. Me despido querido mundo azul, ahora
necesito descansar, el viaje ha sido muy largo.
Estoy , dentro de un instante no
estaré, trascenderé donde los sueños son nubes blancas susurrando lo bello por
tu amor, inspiro y expiro, en ese deseo dormiré donde las caracolas me mecen en
el trasiego de la noche. Estoy, dentro de un tiempo que es el ahora , que es el
ya que se fue te besaré, que te he besado sin darte cuenta de este amor en la
desolación de mis manos, vacías.Eviternamente
vacías, un otoño gris desdibuja mis ojos secos, un otoño lento me ausenta de lo
real y en esta ensoñación que no es ya ensoñación escribe las ganas de verte. Sí,
verte donde las cumbres anuncien la alianza de nuestros labios. Sí, verte donde
los riscos sean sonoros ecos de nuestros ojos. Sí, verte donde los pájaros , en
su hermosura, son briosos jardines de la pasión. Estoy, dentro de nada
desaparezco donde una marea acuna mi corazón solitario. Estoy, lo efímero se
vuelve extraño, los sentidos se adormecen y la palabra , estática, rumia tu
esencia. Estoy, estaba, no estoy, estaré , que más da, todo pasa. Sí, todo
pasa, estar o no estar no es importante solo, el aliento del camino a seguir.
Una arboleda seca raya mis pisadas, una arboleda donde se confunde la noche con
el día confluyendo en un mismo estado. Y Estoy, cantando una vieja canción que
dirán esta pasada de moda pero que el impulso me regala un halito de alegría.
Me siento libre en este octubre donde las gallinas y gallos se cruzan en mi
andar. Estoy, dentro de unos segundos no estaré y seré ese cuerpo conquistado
por la invisibilidad del recuerdo cuando estaba. Pausadamente recolectaré cada
haz de la memoria . Y esta memoria mía será tu presencia, ahora que ya no es
ahora.
Se humeaba una secuencia de una
balada que caía a medida que su cuerpo se iba enterrando. Se iba, su materia,
donde los bichos se alimentarían para no más ser polvo de esta tierra, raíces
que en lo profundo abraza los astros. Una lagrima de emoción , de la
sensibilidad que manda se dejaba ver en los rostros. Hasta la mentirosa de su
cuidadora, un ser hermético, que asentaba su medicación. Todos los sabíamos y
callábamos. Un halo azul nos envolvió entonces, la cuidadora torpemente cayo en
la fosa. Su gemido airado, sus gritos desbarataron el entierro. Una risita se
oyó detrás de nosotros, sus hijos, sus nietos, sus sobrinos. Y espantada, con
el corazón en la boca salió del agujero. Ahora me vienen esos recuerdos, un
recorrido que se hace pesado en la vida cuando nos perdemos en su ida. La
balada sigue sonando y es difícil esas jornadas donde las prisas de un otoño se
lo llevaron. Y ahora me siento y ese halo azul me acoge y esa ira me equilibra
para escupir toda esa mala gente. Sí, porque nos movemos en lo cómodo, en lo fácil
para rasguñar la riqueza, aunque sea a costa de lo indefenso , de la
ignorancia. Y aquí estoy, cuando la noche me enseña el reencuentro del pasado a
cámara lenta. Me desvisto, escucho esa balada y tomo un café y este otoño es
memoria de aquel que masticaba un chicle, de aquel que en la lejanía veía como
la pala cubría su ataúd, de aquel abrazado a la mano de un ser querido como iba
siendo la despedida, de como aquella que se cayó estaba hirviendo en un cavilar
impreciso, de como sus nietos alumbraba ese tiempo que ya había terminado, de
como su tonada erraba en esa atmósfera y de cómo el silencio producía el ultimo
temblor a esos cipreses que decoraban el cementerio, de esos rosales que se
abrían en cada tumba, de nichos de flores secas en la dejadez. Y dónde estás
ahora, seguro trotando en una persona donde entregas todo tu yo y que tropezaré
a lo largo de las estaciones. No me recordarás, pero tus maneras abogaran por
tu nuevo nacimiento donde la luz de tus deseos querían. Aunque yo no lo sepa,
estarás ahí, donde sombras borrosas escribirán nuestros pasos por esta
existencia. Siento esa balada de aquel día de la despedida que tanto te gustaba,
no te preocupes aun converso con ella.