martes, septiembre 03, 2024

EL VIAJE

 

El secreto. Un secreto donde las lenguas de las tormentas atravesaban su espalda. Ella y las olas. Las olas y ellas. Gran cantidad de dinero había pagado para ese viaje de ida, de ida y posteriormente si las cosas salían bien de vuelta. Una embarcación la dejo a ella y a otros en una barca donde se estremecía, donde se rompía, donde la muerte era soga que los acosaba, los perseguía hasta no más que ser espíritus flotantes en lo profundo y la oscuridad de las mareas. El secreto. Todos guardaban el secreto, el secreto de un viaje de ida , de la muerte si no llegaba a la costa. Había dejado todo y sus espaldas presas del vacío, de sus queridos seres vagaba en sus sentidos para mantener la verticalidad. Una verticalidad descuidada, una verticalidad rota, una verticalidad de una pena de la agonía, una verticalidad de otros en la despedida . Un viaje de ida y una vuelta estática en el naufragio de los sueños. Pero su deseo era verdadero, se sentía abatida, llena de una esperanza que a veces era ráfaga inestable. Soñaba con llegar a la costa, iba dejando atrás sus otras ilusiones. Soñaba con sobrevivir. En su mente una mezcla de sopor y desaliento luchaba con la brutalidad , la agresividad del mar. Un mar de espíritus flotantes en lo profundo y oscuro que la llamaban. La llamaban y le decían regresa, regresa…vete de aquí mujer, no es lugar para ti. La desdicha abogaba en sus cimientos y su mirada firme, neutra solo era amparada por la mala mar. Atrás había dejado todo. Ese todo que era ahora la nada. La nada de su vida. La nada de su rutina. La nada de las guerras. La nada de una tumba que la llamaba. Ella, hermética, era ave que persistía en su secreto. El secreto de su sueño. Un sueño frenético. Veía ya próxima la costa. Un halito de esperanza vagaba en sus fatigadas fuerzas y su entereza se elevó, se levantó donde las caracolas cantan al adiós. Pensamientos inagotables traía su memoria. Toda una vida.  Toda una vida en la ruta de deseos y en un minúsculo espacio de tiempo se pierden y las caracolas cantando el adiós . Y ella se durmió. Un letargo acompañado de cetáceos en su canto de la despedida. Y ella se durmió. Ya era tarde en ese viaje de ida.

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