jueves, agosto 15, 2024

UN VAGÓN....


 

Un vagón. Las escena transcurre la soledad de una noche de agosto. Son más de la una de la madrugado, y el cosmos se alarga en este viaje con astros maravillosos que me acompañan en este recorrido. No hay nadie, estrellas fugaces se disipan en sus lágrimas carcomiendo cada pensamiento de mi ayer. Un ayer donde las luces de otoños prenden en hogueras donde yeguas famélicas danzan al ritmo del adiós. Si, es mi adiós. Sola. En la intemperie de mis sentidos, sujetos a mis huesos doloridos. La vejez me da cobijo, ya son muchos años y mi vieja alma aborda con asombro este nuevo viaje. Atravesamos un túnel. Todo es oscuridad. Una oscuridad que no temo, que siento prisas de que me deje. Cierro los ojos y olisqueo cada beso derrumbado, cada abrazo evaporado, Ahora, canto a este aislamiento. Un vagón. Un tren cualquiera atravesando las montañas bellas, imperfectas del aliento de nuestros días…los que me quedan. He muerto. Sí, he muerto sin que lo supieran. Duermo donde los bosques transitan en la inmediatez, en la convicción de que su sombra alumbra nuestra mirada perdida en aquellos que tal vez o quizás o a lo mejor o lo cierto amábamos. No me he despedido. Hace tiempo, un tiempo donde los otoños son estruendo del temblor de mis conversaciones con la nada, con el vacío de habitaciones donde solo se escuchaba el retumbar de mis pasos. Un vagón, una luz. Ya nos veremos, tal vez, quizás a lo mejor de cierta manera donde el pulso de nuestros corazones se emancipa de la dejadez del hoy. Si, estamos ausentes en la continuidad de las jornadas. Yo, en este vagón, cansada y a la vez gozando de las emociones de una vida nueva. Porqué será nueva. Un lugar donde el arco iris y la diversidad de los pájaros y las flores al acariciar me llenen este adiós.

No hay comentarios: