Un viento callado, inmerso en los
pájaros que deshora lucen sus cantos. Un verano echando la lasitud de las
miradas ausentes y las olas rumorosas esbozando tatuajes efímeros en los
cuerpos , desnudos. La tarde pesa bajo un cielo cenizo, las arboledas se
desvanecen en lo estático , el bochorno no se pierde, queda latiendo en frentes
cansadas. Un viento callado. Un piano rompe el silencio y la fatiga de andar
por calles grises. Detrás de la esquina, una yegua escuálida, relinchando a la
sed, al hambre. Me acerco y somos hijas condenadas a los océanos donde la
muerte desquicia. Lo verde se eclipsa por un tiempo y todo es gris. Andar por
calles grises. Un viento callado. La molicie de los sueños. Despierto y sabanas
blancas revueltas me dicen del peso de la tarde, de una paz utópica cabalgando
en maletas de harapos bajo los desórdenes de la tierra. Sí, la tierra, minúscula
mota de polvo que se pierde en el cosmos , de este cosmos al que pertenecemos y
somos hijos de su ráfaga de átomos. Y el viento está callado y me levanto, un
piano suena cerca …muy cerca.
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