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Ando
en la huida. Culpable. Un tremor desata en mis piernas un vértigo. Culpable.
Quiero avanzar , ser barrera que se interpone a la muerte y tropiezo. Mis rodillas
son borbotones de sangre y me levanto. Culpable. Nor, porqué. El engaño y la
mentira son cuchillos al viento que sacuden mi espalda. Me enderezo y busco un
rincón donde yo no sea vista por los cazadores furtivos del odio, de la
estupidez. Sí, el odio, los celos, la envidia, la mentira hace presa a una de
un delito no cometido. Culpable. La guerra ha comenzado y todos nos prestamos a
la incertidumbre , ha erigirnos aquello que nos pueda salvar. Culpable. Tocan a
la puerta de mi casa, allá en Nor. Estoy con mis padres. Estamos cenando. El
toque se hace repetitivo y feroz, violento. Culpable. Abro, hombres y mujeres vestidos
de calles preguntan como me llamo. No entiendo. Mi madre me llama ¡Qué pasa Ann¡
¿Quién es a estas horas? Se habrán equivocado. Cierra la puerta y ven a cenar.
Culpable. Escucho las pisadas de mis padres al comprobar mi tardanza, al
escuchar el vocerío de esta gente desconocida. Culpable. En ese instante
estalla la radio. La guerra a comenzado. Mi padre esboza el espanto en toda su
entereza y se lanza precipitadamente a esos extraños, a esas extrañas. Sacan
las armas y zas…Padre mío, madre mía. No. No. No puede ser. Culpable. Mis ojos
se reviran, mis manos temblorosas suplican. Tu Ann eres culpable. Busco y busco
donde está el delito. Mi compresión no llega. Mi madre y padre tumbados boca
abajo en el suelo. No queda mucho. La guerra ha estallado. Culpable. Escaleras
abajo salgo agresiva. Lo único que sé es que tengo que huir. Mis padres.
Culpables. Se oyen disparos. Me encapsulo en la nada. Se escuchan estruendos,
el estallar de algo. El fuego impregna la ciudad de Nor. No miro atrás, corro y
corro hacia las afuera de la ciudad. Por un instante me detengo, no hay nadie
atrás y sigo en mi huida. Culpable. Me sacude por momentos cortos una especie
de convulsiones, vomito. La fatiga me dice que mis madres han sido asesinadas
pero una fuerza anormal me impulsa a continuar. Barranco arriba voy con el
dolor de mis sentidos, barranco arriba voy con mis penas por las piedras, con
mi ombligo colgando el amor perdido, con mis manos desamparadas arrancado cada
obstáculo de mi huida. Culpable. Y no entiendo. Y no comprendo. Esos hombres y mujeres,
vestidos de calle, con la mirada afilada en la mortandad, con los ojos extraviados
por la locura obsesiva de sus convencimientos. Culpable. Un desorden perpetra en mi estómago,
en mi pecho y el dolor aqueja mi respiración. Me detengo de nuevo. Pinares abultan
esta tierra. Y tanto , tanto he avanzado. Bajo un poco hasta el Monteverde,
ahí, donde la maraña de la madre tierra me oculte, me salve. Culpable. Esta
palabra rebota en mi mente. Muerte¡ Ay madre¡ ¡Ay padre¡ Padre y madre del alma
mía. Qué ha pasado. Una ventisca de engañosa y brumosa se ha clavado en mi
existencia y ustedes se han ido. Se han ido por protegerme. No. No. Culpable. Me
paro y me sumerge en el firmamento, puedo observa dos estrellas fugaces y la ramificación
de la vía láctea. Puedo observar a Nor encendida en negros mañanas, herida de
muerte. Culpable.
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