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¿Cómo te va?, una voz trascendiendo
a la neutralidad me habla. La linterna se ha apagado y a solas en la oscuridad
con un firmamento increíblemente estrellado escucho. Me pregunta cómo me va y
yo respondo, converso con esta voz a la vez masculina y femenina. Todo va bien.
Sí, todo va bien , hasta que las maletas dejaron de pesar ante la huida. Todo
va bien. Sí, todo va bien, hasta que la sequedad rajó los vientres. Todo va
bien. Sí, todo va bien hasta que las gargantas se languidecieron de tanto y
tanto suplicar. No estoy débil solo, inmiscuida en mis pensamientos, en mi yo.
El interior en lo más hondo me dice que guarde la paciencia y que todo esto
terminará. Sí, terminará esa ráfaga de tristeza que se apodera de la isla. Todo
va bien. Sí, todo va bien, hasta que las armas de la estupidez asesinaron los
sueños. Todo va bien. Sí, todo va bien hasta que los alambres de sangre rozaron
nuestros rostros. Aquí, en la insonoridad del llanto cabalgo en las hogueras
del universo. Míralo…míralo, observa con detenimiento lo pequeños que somos, no
más , una mota de polvo. Viajo más allá de este lugar y me conecto con los puentes
de las constelaciones donde habita la paz. Hay más mundos, nosotros somos un réquiem
de mortandad. Y me preguntas, cómo me
va. Dame un beso. Un beso que insufle mis alas donde se escuche algún pájaro
cantar. Qué canten. Cuando vuelvan sabremos que la esperanza estará con
nosotros mientras, somos resonar de lo absurdo. Vienes, vas, me visitas pero no
descubro el misterio que guardas pero el pronostico de mis sentidos dice que es
bueno. Escucha, escucha, suenan campanas. Campanas en el chillido escalofriante
de la muerte. Y la muerte viene, más y más, la impotencia arrebata mi condición
de ser por estos instantes y la desgracia es cadencia que se repite una y otra
vez. Y te digo, todo va bien, aquí en la cumbre donde la respiración se hace
latente, donde mis manos perciben el clamor cálido de la tierra. Y me
preguntas, cómo me va. Y todo va bien, todo hasta que ….que digo. Cuando todo
termine seremos espejo de nuestros ojos. Las ojeras se irán, pero todavía somos
hijos del infierno. Este infierno azotando a esas almas en su condición errónea
de los sentidos que toman. Las horas pasan, una densa niebla viene. Mírala…mírala,
es como nosotros, como nuestro yo cuando intentamos empecinadamente seguir la
ruta de la victoria. Y de que victoria estamos hablando. Yo no quiero ninguna.
Ninguna donde haya habido tumbas anónimas a mi alrededor. Y me preguntas cómo me va. Todo va bien….el
engaño rasca a los hombres, a las mujeres. Estoy harta, la molicie de este
planeta me quita el sueño y aquí estoy, todo va bien mirando la belleza del
firmamento. La linterna se enciente, su luz me impide ver su cara, su mirada y
se va. Vigilo como ese alma neutra penetra por el boscaje de laurisilva y se extingue
en el silencio
1 comentario:
Increíble narrativa, me metí de lleno en su sentir fui protagonista . Bravo ! Me ha encantado!
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