El crepúsculo. Rosas se abren a
las calladas pisadas de los cetáceos. El oleaje se consume en un adiós donde los
tangibles ojos miran su desvanecimiento. Mis espaldas pesan. Un desprendimiento
me lleva a la dejadez de mis emociones y soy ave en el aire que en remolinos se
vuelca en la tranquilidad. Hace tiempo que no espero. El agotamiento son hogueras
donde mis piernas corretean en la nada. Y continuó con este crepúsculo como
maravilla de la vida. Escucho al sol. Escucho ese universo que susurran el
canto del silencio. Y me siento donde las cumbres son mar de nubes de un
pensamiento. El crepúsculo. Soy poema que tiembla en la reanimación de sus ojos,
desterrados, aislados. Y sin embargo , amo.
Pieza que se pierde en las vertientes de la reconditez cerrada.
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