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Asciendo
a las alturas de la desgana y me marcho y me despido. Ahora soy despedida de
toda esa memoria que quedará en una voz silenciosa de mi reconditez. Ya es hora
de partir, la conversación se hace pesada, aburrida, monótona. El vacío nos
ronda con sus garras tirando de cada de nosotras y mi yo se evade en un cavilar
intenso de que no estamos para perder el tiempo en lo obsoleto, en lo absurdo. Me
marcho, de camino mientras llamo un taxi ese jardín es toda belleza, una
llovizna frágil resbala por mi rostro y siento el habito de la sensatez. Me
despido de todo aquello que amarro mi pasado. De que sirve el pasado, no sé,
una experiencia en alas de mariposa del hoy , liviana, plena ¡uhm¡ Solo una
muerte, una pesadez que arrojo en los riscos donde los antiguos aborígenes gritaban
antes de arrojarse a la nada ¡Uhm , la tierra mojada¡ desprende una fragancia
escasa en el día a día y ello lo agradezco. Disfruto de esta despedida, es como
si destrozara hasta llegar a cenizas todo mal que me ronda. Y me despido,
disimulo y para qué. Mi postura es evidente, es evidente como este universo se
expande y contrae a medida de su caos. Es oscuro, me siento bien, el taxi
tarda. Todo es silencio y ese callar deje. Un silencio vestido de la nada. Y es
que precisamente que necesidad de aguantar la estupidez humana. No tengo
tiempo, estamos aquí en un ciclo corto donde nuestra energía se concentrará en
ese espacio habitado y la memoria será olvido. Te olvido querida y no es que no
te halla amado. En mi vida el recorrido ha sido un sinfín de ojos que miran mis
ojos, de ojos que tocan mi cuello, de ojos que besan mis labios y ahora no, no
tengo tiempo querida. Ay, amiga del alma mía, te has ido, yo me he ido. Los
años pasa y todo se remueve en el sentido de otras pasiones, de otros sueños.
Si, sigo siendo la misma, pero con unos retoques de desinterés por lo que es inconexo
a mis sensaciones. Ay, amiga del alma mía, creo que no nos hemos defraudado,
solo que ahora nuevos sentimientos, nuevos anhelos, nuevos sueños. Sigo en esta
barca solitaria con rumbo a un horizonte donde las estrellas gravitan en mi
dolor. Porqué todo tenemos un dolor, una gota quebrante a nuestras pisadas.
Pero seguimos , seguimos a través de este cosmos aportando un pedacito de
nuestro yo. Ay, amiga del alma mía, adiós. Un adiós condenado a perpetuo. Todo
se ha acabado. No me llames, no insistas. Soy otra o la misma. La misma u otra.
Qué más da. Sí, qué más da. Lo anterior no sirve para el ahora, para el todavía.
Pero todavía cantan los pájaros y ello quiere decir, amiga del alma mía, que
nuestras esperanzas también pueden cantar, volar en lo más alto de los crepúsculos
y atravesar cumbres pedregosas, con paciencia, con ganas. Escucha , escucha el
sonido de la brisa, la lluvia caer y los pájaros en su balada de alegría.
Escucha, escucha tu espíritu como hija de las ganas, las ganas de seguir en
este mundo maltratado, desquiciado. Ay, amiga del alma mía. El taxi llega y yo
mi temblor ante la humedad que ha penetrado en mis carnes. Me subo y le digo la
dirección a la que voy. Al principio son torpes mis palabras y después me
concentro. Ay, amiga del alma mía. No miro atrás. No hay que mirar, lo que no
puede ser , no puede ser. No he nacido para casarme con alguien y no lo haré.
Libre ¡libre¡ las campanas suenan de este lugar que me alejo. Suenan a campanas
a los muertos. Un amor muerto. Ay, amiga del alma mía ¡Uhm¡ es necesario esta
ausencia en nuestras vidas. La ausencia tuya.
La ausencia mía. Es difícil ver el brío del mañana en estos instantes, pero lo
veremos. Llego a la ciudad. Me bajo antes para ir caminando bajo mi techo. Aquí
no llueve, está todo remolinado por un viento expresivo con sus dentelladas. Un
desorden que marca un vuelco en la visión de este mundo Y esta ciudad, esta
isla me enamora. Un amor cerrado para mi razón. Su corpulencia está teñida de
una climatología especial. Y arribo a ese otro jardín, donde se encuentra el
edificio en que vivo. Las mujeres de negro me esperan, es noche cerrada y el enmudecer
de cuerpos tendidos en el dormitar es visible. Me acerco a ellas, quieren
comunicarme algo…un algo que ignoro. Despacito, con el aliento de este nocturno
donde la ramificación de mis sienes se extienden en el convencimientos de mis
pisadas verticales, exactas , me aproximo a ellas. Danzan en la sombra de un
ficus donde nadie las puede ver. Danzan en la creación de una atmósfera con
velas en sus manos ….velas que no se apagan en sus movimientos sensuales,
perfectos, en el baile de la libertad. Por
un instante fugaz , me quedo quieta y las observo. Veo en ella mi mañana, mi
hoy, mi ayer. Delatan cada pedazo de mi entregado a esta existencia. Me siento
cómoda y el pavor es desconocido, es de una atracción conmoviendo mi corazón,
mi soledad. Ando de nuevo y ya muy próximas a ellas me invitan a su danza imparable,
pausada y me siento yo. Si yo, Jam, mi nombre es Jam , nombre que se puede
decir con un suspiro, nombre que mueve todos mis sentidos cuando bailo con
estas mujeres de negros. Mujeres de negro, mujeres de lucha, agarradas a la
supervivencia de las rutinas, de esas jornadas marcadas por el gemido de algún
alma bajo la influencia del desatino de otros. Mujeres de negro, sacan sus
pañuelos blancos, apagan sus velas y se insuflan de una profunda y verdadera
libertad.
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