miércoles, enero 17, 2024

NUBES DE HOSPITAL (7)

 

7

La experiencia te hace vertical. Sean buenas, sean malas. El orden de la prioridad se establece en un puente que hemos de pasar y pasamos, sin mirar abajo. Ahora , sin descanso, meticulosa reviso cada instante de mi trabajo. Ser calador no más que es peón básico en las piezas de un hospital. Que si llevar un paciente. Que si llevar una bala. Que si hay que introducirlo en un quirófano. Que si hay que ser un raquis. Que si hay que ayudar a colocarlo. Que si hay que sacarlo y llevarlo a URPA o Rea. En un trabajo tan básico, se requiere varios conocimientos. Cada servicio es distinto. Nada es igual. Nos movemos en el silencio, en las ordenes y a veces te quedas sin aliento ante la presura de los acontecimientos. Llego al instante que me pregunto que hago aquí. Nos miran como la nada, no somos sanitarios pero realizamos labores de sanitarios. Celar palabra que significa vigilar. Eso es lo menos que hacemos. Voy por un pasillo , me encuentro a compañeros y nos saludamos y conmigo una cama de un enfermo. Lleva oxígeno a dos, lleva drenajes, lleva sonda. Lo único que me viene a la cabeza es que no se pare. En el sudor toco el botón del ascensor, lo llevo a planta. Las ruedas de la cama cuando entra en el ascensor se quedan atascada en la ranuras del piso. No sé como demonios levanto todo ese peso y entro. El ascensor. Yo. El enfermo. Vamos a planta. Que no se pare, es mi única súplica. Aquí. Dentro. En este rectángulo estrecho y sola. Está muy frágil. Y en esa fragilidad no me dejo caer. Kena me ladra. El amanecer. Son las seis y el día toma una tonalidad broncínea en este archipiélago. Dicen que se debe a que vienen lluvias o tal vez alguna tormenta. Es precioso. Mis ojos se instalan en este crepúsculo con su color, fuerte, puro, exacto. Dejo la cama, conecto el oxigeno y llevo la historia a la enfermera. Tengo por costumbre de apurarle, que vaya hacer un examen de la persona. Cojo mi bala de oxigeno y me voy. Que grato son estos amaneceres. Se respira un cierto equilibrio entre la madre tierra y el universo. La danza de los despertares de la ciudad. Y despierta. Se ve más tráfico cuando antes era nulo. El móvil suena y no lo cojo, no tengo ganas aun de cogerlo. Me inspiro y en mi cabeza se dibuja mi mañana. Así, con los pájaros cantando, pájaros con alas de libertad, pájaros picoteando cada deseo, cada sueño. Tal vez me enamore. Tal vez renuncie a lo yermo que me admire y comience un largo viaje donde el horizonte sea ese beso prohibido. El sol no se distingue y un poema danza en mi razón.

Es invierno

Todo cambia.

Los grises vientos

Se abren al universo.

Es invierno

Converso con los sueños

Aquí, donde los arroyuelos

Danzan tatuados en esta bruma

Sostenida en mis manos.

Es invierno

Te llamo

Erupcionan las flores

Caricias sin alas

Buscándote

Es invierno

Aquí

    Ahora

 

Kena me interrumpe. La miro. Miro esos ojos de azabache, dulzura y cariño. Despierto, estoy aquí. Estoy ahora. En mi casa y es invierno.

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