Volver. Sí , volver a pronunciar
las palabras donde se atisba un deseo , un sueño. Nuestra casa, la tierra,
quebrada, compulsiva, violenta, sedienta, hambrienta, violada. Pero llegan
estas fechas que se esbozan en lo cotidiano y eviterno de un almanaque. Volver.
Sí, volver donde los arco iris son pañuelos de la paz, de la concordia de los
pueblos, de las manos liadas a una alegría efímera, donde una mesa rasguea un
mantel y las velas del cariño se prenden hasta sanar todo mal. Continuemos y
volveremos donde las lunas placen en la verticalidad de nuestros espíritus. Y
que es la navidad, una fecha más, donde olvidamos, donde somos precipitar del
brindis por la vida, por el buen querer de un abrazo. Volver. Sí, volver a
felicitar y porque no. Aquí estoy. Aquí estamos empujando todo rastro de
malestar, de malas intenciones hasta un pozo donde será enterrado y eclipsado
en paso del tiempo. Un tiempo que pasa, que corre a expensas de la entereza de
nuestras raíces bajo el son de las estrellas. Miramos el firmamento, un
misterio, un placer donde otros mundos arcaicos o no son mudez a nuestros
sentidos, tal vez no. Volver. Sí, volver donde los corazones son brío de ese jardín
navideño de pinares abanderando la paz, la armonía. Felicidades.
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