Tal vez, las almas se encuentren. Tal vez, regrese antes de
lo que esperabas. Quizás, a lo mejor, me despediré de este noviembre cuando el
desinterés me cubra de soles ahí donde las batallas son infinitas. Tal vez,
esté caminando donde la memoria es esa frontera donde los corazones mueren. A
lo mejor, te visite y quizás no estés. Me gusta el frágil movimiento de la
brisa. Me gusta danzar, sola, con los olores de tus ojos. Tal vez, algún día de
maletas vacías, estaremos en el sendero donde los pájaros cantan y el teléfono
calla. Regreso donde los ecos del silencio son aullidos de un adiós. El adiós
de esos muertos entre murallas de escarcha. La vida se hace ardua, dura, para
aquellos donde sus camas están aisladas en un paredón de corazones anónimos.
Tal vez, la tierra cambie. Siempre lo mismo o quizás no. Tal vez, este rajar de
nuestros cimientos sirva para recomponernos, más humanos, más bonancibles. Caemos.
Nos levantamos. Y , tal vez, las se encuentro en el brío de una hoguera de la paz.
La noche luce estrellada, las luces de la polución no dejan distinguir cada
constelación, cada misterio que nos aboca a continuar, esperando. Sí, tal vez,
regrese antes de lo que esperabas. El tiempo escucha los cuerpos sonoros en
soledad, en decadencia. Sin embargo, surgimos. No. Que no se vuelva repetir los
gritos de la oscuridad, de la miseria.
Rompamos
Unámonos
Enraizada calma en el despertar.
Somos sonoridad
Somos silencio
Somos el vuelo del hoy
Somos el vuelo del mañana
Somos de calles esqueléticas.
Somos el canto de un llanto
Y las olas vienen
Y las olas van
Y de nuevo estamos
En el fondo de los sentidos.
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