En el crepúsculo, cuando los pájaros
toman notas del otoño, se extiende los sentidos al ritmo de los últimos astros.
Mi jardín guarda siemprevivas por ese instante recóndito y eviterno de la
espera. El tiempo, en el crepúsculo, se hace efímero, de desdibuja bajo los
ensueños agolpados en unos ojos abiertos avistando el canto de los cetáceos. En
el crepúsculo, cuando el callar irrumpe en mi puerta, abro y ante mi el esbozo
edificante de calles vacía. Mis espaldas, cansadas, sobreviven en medio de una
atmósfera especial, hechizante y hundo mis piernas en esta tierra donde los
sonoros reflujos del mañana me emancipan de la despedida. Y no sé porqué estas
ganas de esperar. Y no sé por qué esta calma acompañada de las palabras a la
brisa. En el crepúsculo, en la isla, durmiendo con mi soledad, con mis deseos,
con mis sueños. Más allá , funerales por muertos anónimos. Gentes de banderas
blancas gritando en la oscuridad. Más allá, el injusto propósito humano, la
existencia se vuelve gris, las maletas ya no pesan y los cuerpos son tragados
por el horror de un fusil. En el crepúsculo, cuando los pájaros toman notas del
otoño, regreso deprisa a mi casa y me
mezo con los últimos suspiros de la luna menguante.
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