Noviembre. Soledad. Una azotea con vistas es brío de la luna
llena. Aquí. Siempre, cuando las mareas traen la melancolía. Espaldas cansadas.
Espaldas rasgadas. Espaldas dolidas. El sabor de la respiración, pausada, con
la lentitud de las horas. Noviembre. Noche. Un piano, el desdén de los sueños,
arropados con harapos, alimentados de un sufrimiento en las esferas de la
sensibilidad. Noviembre. Conversan las estrellas, una luz de una ventana se
apaga y somos hijos soñolientos de nuestras pisadas. La pisada de un otoño, el
indescifrable vaivén de la existencia. Y, sin embargo, sonrío. Noviembre. El universo
me mira y no más que buceo en agujeros negros que extraen la memoria. Noviembre.
Silencio…
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