20
Somos
las ancianas de la cumbre, mujeres de negro que vuelan alrededor de este faro
tras el malgastado crujir envenado del ser humano. Somos las ancianas de la
cumbre, mujeres de negro protectoras de todo mal que puebla la isla. Somos las
ancianas de la cumbre, mujeres de negro que rompen el lamento. Estamos aquí, ya
vemos que nos recuerdas. Estamos aquí porque este viejo farero nos depositó
toda su confianza. Entre nosotras y el había una relación que con el silbo del
faro conversábamos sobre esos sueños rotos en esta población, en esta gente
desamparada cuando el machacar de las bombas, cuando arrancadas de sus casas eran
entregadas bajo las profundidades de las mareas, hasta ser tumbas anónimas que
perdurará en los siglos venideros. Somos las ancianas de la cumbre, no nos ves
pero estamos aquí con una consternación por este desastre, este quebranto de la
isla. Esta isla que nos vio nacer y ahora somos ojos de ataúdes, de cementerios
donde oran los cuervos cuando el crepúsculo se avecina. Ellos son testigos de
cada existencia arrebatada. Esta isla que plena de felicidad, de una vida llena
y ahora cuerpos hambrientos, desesperados, destruidos caminan hacia aquellos
acantilados donde sus seres queridos partieron en la más absoluta tortura, en
esa masacre que no se puede expresar. Somos las ancianas de la cumbre , estamos
llorando pero nos emociona a la vez que la guerra haya terminado. Y queda esto,
lo que vez, un perfume putrefacto lamiendo las heridas de este delirio humano. Yo
Suam escucho sus voces, pero no logro visibilizarlas, me las imagino tal como
eran en la cumbre. Yo Suam me rompo, se que estoy protegido por ellas, la
gaviota prende vuelo y yo solo con ellas, con las voces de las ancianas de la
cumbre. Hay una hoguera fuera del faro, solo un humo donde sus siluetas figuran
como presencia. Figuras que se mueven a mi alrededor empujándome a continuar, a
luchar por la supervivencia. Somos las ancianas de la cumbre, hemos venido para
despedirnos , una despedida que suena a cascabeles emergiendo del caos. Que la
vida te de ese ánimo rajado, perecido. Somos las ancianas de la cumbre, no te
dejes engañar, quédate en este faro hasta que los saqueos, la mortificación y
la violencia se halla extinguido. Yo Suam escucho sus palabras, en coro. Déjate
querer. Déjate fluir por el ritmo natural de la madre tierra. Déjate abrazar
por el oleaje calmo. Déjate abrazarte por la confianza, esa seguridad que todos
han visto ofuscado en el curso de los años. Ahora la paz, una paz que se
prolongue hasta la eternidad de este universo. Oh, Suam no entiendes bien de
estas calamidades. Oh, Suam estás solo, aquí, donde rompen las olas. Frente a
este gran azul. Yo Suam escucho el canto de las ballenas, escucho vergonzoso
muro de la libertad. Yo Suam, frente a esta hoguera, donde las ancianas de la
cumbre transmiten su energía vital para que yo supere cada daño, cada trauma de
la especie humana. Yo Suam miro el cielo, está de un celeste espléndido y me
regocijo de que las ancianas de la cumbre este conmigo. La hoguera se apaga y
sus siluetas dibujan palomas blancas en lo alto. Las ancianas de la cumbre
también tienen queja, un gemido exhalando todo el mal de la isla. Yo Suam
vuelvo dentro, ahora solo, rodeado de una música entregada a la calma, al apaciguamiento
de mis miedos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario