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¡Qué
será¡ ¡Qué será¡ ahora en vertical asomado desde esta diminuta ventana donde se
divisa la ciudad. Como elevar anclas, como renacer de tanta sangre esparcidas
por las aceras de ella. Qué será de aquellos que bajo el asfalto nos encontremos
cuando comencemos su nueva evolución. Qué será cuando el mar nos devuelvan esos
cuerpos demacrados, devorados por las profundidades , la intemperie y la
dejadez. Y no es que halla sido dejadez, digo, yo Suam elaboro mi mente y todo
es caos. Una isla sumergida en el caos donde el llanto de la desesperación son
barricadas que se interpondrá en esta nueva vida para aquellos que
sobrevivieron. Nada será igual. Alguien posa su mano en mi hombro, por su tacto
y aliento a lavanda logró que es una anciana de la cumbre. La noche me esconde.
La noche me hipnotiza. La noche evapora toda mi masa corpórea para aquellos con
ansias de matar. Volverás, volverás donde las aladas palomas pacen en las
calles. Volverás, volverás donde tus deseos de verdad se elaboraran en el paso
de las estaciones. Tú, chico joven, chico maduro. Tú volverás donde los sueños
se rompieron. No te vires. No me mires. Yo Suam, no me viré dejé que su fragancia
me embarcará a ese mañana. Llueve. Y no me daba ganas de regresar a esa cueva
donde la inquietud, las convulsiones de la pena hacen de mis compañeros desdichados
en el mañana. Quería mojarme, ser parte de esa atmosfera que era la cumbre. A
lo lejos, la ciudad y su bahía. El lamento de sus raíces llegaba a mis
sentidos. No escuchaba, solo el tronar de bombas y la devastación. Luces de
incendios, de gente almas del miedo y la quietud de la nada. Somos nada, el cielo
me lo dice, siento su voz decirme que nos más que somos un minúsculo de este
universo con condición de vida. Una vida arrojada al vacío. Una vida arrojada a
los acantilados donde la mar fea nos despedazará. Me imagino las ancianas de la
cumbre, mujeres de cabello cano, mujeres de arrugadas facciones, pero con la
templanza y la fortaleza de sus espíritus, de su existencia en este lugar. Me
aparto de la ventanilla, ahora, aquí en este faro y con la gaviota posada en mi
hombro circunscribo mis ganas en el presente. La guerra ya ha acabado. No sirve
de nada mirar atrás, ahora no. El piano no deja de sonar. Las telarañas de este
lugar me dicen de una tristeza, de lo gris de este hombre enamorado y que su
dejadez impidió consumar ese amor.
Querida,
los años pasan y no te olvido. Para qué olvidarte. No es mi propósito. Te veo
frente a mi en la belleza del ensueño, de una visión despierta que me dice que
estás bien. Y yo con ello me recreo y continuo mi vida, en este faro donde la
isla gira y gira. Se que en no nos veremos más. Tu has alineado tu camino a
otro y ese otro espero que te haga feliz, más que yo. Nunca sabrás lo que sentí
por ti. Nunca sabrás de mis conversaciones cuando la noche parece tranquila y
puedo recostarme un poco. Y pienso, es mejor así. Pensarte, amarte, quererte, desearte,
aunque no pueda ser. Que más da. Esto conforma la belleza humana. Eres libre y
así me gusta digo ahora desde aquí, donde las olas rompen.
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