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Yo
Suam en un rincón, salgo de esa cueva y miro el firmamento sin luna. Un mapa
estelar me sorprende y todo se hace mudo solo, una pequeña brisa, una
oscuridad. Yo Suam entonces como todas esas noches donde la luna me puede
delatar sueño. Sueño en un mañana, en un despertar fuera de esta prisión de rocas.
Sueño que algún día seremos almas libres en las sendas de una briosa paz. Sueño
en mis seres queridos, en mi familia, herida, desterrada, ausente en mis manos.
Sueño que llegaré a ser adulto y no cometeré este error fatídico humano. Sueño
que con mis pies avanzaré donde el arco iris da pinceladas de un invierno cristalino.
Sueño que volveré a la ciudad donde los muertos sepultados y a ras de su tez ya no están. Yo Suam sueño y sueño que
de mayor no seré un miserable más, no seré existencia de harapos y veré la
lucidez de una sonrisa. Y como es cotidiano a estos momentos después de
suplicar, de rezar a Dioses sordos retorno a la cueva. Todos duermen. Todos
sueñan. Unos en tranquilidad y otros en el delirio. Y es que esto es una mala pesadilla
que no deseo ni al peor enemigo. Yo Suam, me siento a la vera de ellos y sueño
y sueño y el dolor distorsiona mis sentidos y las lágrimas empapan mi garganta
y siento que tengo sed…sed de esperanza y paz. Las mujeres de la cumbre como
cada noche vuelven y sus baladas me apuran a descifrarla, es como si fuera un
exorcismo de todo el mal que impregna en esta atmósfera, en esta isla. Un sudor
frío se apodera de mi sangre y despierto, estoy aquí, en el faro con la
gaviota. Yo Suam tengo ganas de llorar y llorar, me estremezco, pienso en ese
veneno que han echado en mí y me levanto de este sillón que tiene ojeras. Qué
terrible fueron aquellos años. Yo Suam me digo que solo vale la pena la paz,
que solo vale la pena amar, que los sentimientos son aquellos que nos mecerán
en el futuro y todo lo demás es un amasijo de recuerdos de aquello que amamos ,
de que aquello que odiamos Uhm, estoy solo, con la gaviota en este ancestral
faro. El lo sabe todo, puede predecir lo que vendrá y en sus entrañas solo
restos de lo que fue. Y, ahora, el silencio. Ese silencio que se transforma en
una voz que clama al ayer. Suam por favor, no se puede salir, no salgas te lo prohíbo.
Grita mi madre con la desgarradora gana de vivir ¡ Oh madre¡ dónde estarás? Este silencio me consume
ahora que ha terminado la guerra. Caigo sobre el sillón que tiene ojeras y miro
ese piano. Estoy mortificado, una ansiedad me lleva a cerrar mis manos y
apretar los puños hasta sangrar.
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