lunes, septiembre 18, 2023

SUAM 14

 


14

Yo Suam giro entorno a la cueva. A esa cueva donde niños , ancianos y  desvalidos habitábamos. La noche ronda con una luna negra, cuya sombra hace pulsar el desánimo. Yo Suam me estrecho más y más entorno a la hoguera de aquella cueva, donde la humedad de su fondo nos desquita la mala gana de seguir viviendo. Todo esperamos, aquí en la cumbre donde solo el crepitar del fuego con la leña es bulla. La mujeres de las cumbres vienen y vienen con alimentos, con abrigos para ampararnos. Son mujeres vestidas de negro, donde la arrugas de sus frentes , de sus ojos, de la comisura de sus labios es señal de sabiduría , de ese conocimiento que carecemos en esta zona donde nos escondemos. Vienen como si de la nada hubieran nacido, como hijas de esta cumbre y a ciegas durante la madrugada. No , nos hablan. Calladas a las afueras de esta cueva dejan las cosas y se van, una tras de otra, otra tras de una. Cuanto más se van alejando va sonando un canto, un canto agudo de dolor, un canto mágico, aunque sea doloroso. Yo Suam digo, ellas son nuestras almas protectoras a esta gente desvencijada, derrotada, cansada pero supervivientes de los descomunal de la aberración humana. Siento el goteo de las filtraciones de esta gruta y se delata como un invierno o un otoño. No sabemos bien, pero el frío cala en nuestros huesos. Uhm, esas mujeres luchadoras, invencibles ante cualquier adversidad por muy cruel que sea. Las admiro. Me gustaría saber más de ella. Yo Suam y la gaviota en este sillón que tiene ojeras en la armonía de la música nos gustaría saber de ellas. Mujeres de negro. Ancianas de la cumbre. Yo Suam miro a mis compañeros, ojos descarrilados en atmósfera del agotamiento y de una tristeza infinita ¡No¡ Escucho un crio como yo gritando ¡No’¡ ¡’No¡ Despavorido cuando la madrugada es gélida infernal sale huyendo de la cueva, quiero ir tras él, tras su delirio del terror pero alguien me detiene ¡Déjalo ir¡ ‘¡Déjalo¡ Sino caeremos todos. Y todos bajan la mirada, se concentra en la hoguera entre esas imperfectas paredes y el resonar de mis ojos inciden con una mujer. Una mujer de la cumbre borra en ese instante mi intento de pararlo, me persuade hasta que la calma se incrusta en mi vientre. Qué será  de él . Yo Suam, ahora, sentado en este sillón que tiene ojeras muerdo mis deseos de que la existencia me confiese que fue de él. Nunca más me encontré con el.

 

 

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