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Yo
Suam detrás de mis padres y abuelo llevamos a la abuela al cementerio. En
aquellos días estaba aun intacto. Nos acercamos donde su madre y su padre
estaban enterrados. Mi madre me dijo que me diera la espalda. En esos precisos
momentos cuando la noche era aberrantes cadenas de explosiones sentía como mi
ellos arrastraban, cavaban en esa tumba en la tierra. Sentí la caída de su
cuerpo inerte, hermético, rígido en aquella fosa y de nuevo la pala echando
tierra en la despedida de su presencia de nosotros. Cuando terminaron yo Suam
me viré. Ellos con la cabeza gachas, yo mirándolos a la vez que mis ojos se
despistaban sobra aquella tumba. Pusieron una cruz, mi abuela era muy creyente.
Una cruz simbolizando su ida a otro lugar, una cruz deduciendo su descanso. Esas
imágenes permanecerán en mi el resto de mi existencia. Imagines de una noche de
guerra donde dos bandos estúpidos, obsoletos de la realidad luchan como guiados
delirantemente por un gobierno astuto, al margen de lo que ellos hacen. Después
deprisa volvimos a casa, mi madre le daba la mano a mi padre, me daba la mano a
mi y mi abuelo también. Iban caídos a ras de una pena grave que permanecería en
estaciones. Yo Suam y la gaviota desde aquí , desde este faro recuerdo oír una
canción cuando regresábamos a lo que sería nuestra techo por cierto tiempo. En
un momento el abuelo se detuvo, miró atrás, sus ojos cuajados de lágrimas
sostenían el pesar. Mi madre y mi padre tiraban de el cuando de pronto de aquel
cementerio de cipreses nació una estrella fugaz candente dirigiéndose al cielo.
Su silueta era como una mano que invitaba a venir. Mi abuelo dio marcha atrás y
se dirigió a ella. Yo y mis padres le esperamos como se espera otra
desesperanza, otro adiós. Aquella estela se desvaneció a medida que por unos
instantes se callaron las bombas. Yo y mis padres continuamos hacia casa con
aquella canción remendando nuestros corazones lastimados. Escucho ahora esa canción.
Sí, yo Suam oigo la despedida de la abuela , del abuela en este lugar , sentado
en un viejo sillón de ojeras de sufrimiento. La congojo me entra y percato que
en este mundo existe una unión, entre el misterio más allá de la muerte y la
vida. Que todo tiene su porqué y ese porqué es que somos hijos de este mundo
donde la energía de las almas fluye sin que nos demos cuenta.
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