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Yo
Suam cuando la madrugada da tregua al oleaje considero que este hombre, muerto
en su silencio, era alimentado por la música y el devenir de las mareas. Yo
Suam y la gaviota examino todo este lugar, cd, discos y toda clase de
instrumentos musicales se acomodan aquí, a su derredor. El piano , solo, erige
una melodía, corta pero bella, corta pero triste donde existe el evocador aroma
de su carácter, de su personalidad. Hombre oriundo de esta isla, hombre
disciplinado con la cultura. Medito y doy por cierto su manera altruista de
mirar la vida. No sé que relación guardo con el mientras escucho esa pieza, la
mar y su callar. Parece una conversación con algo, con alguien a quien amaba, a
quien ama. Una melancolía originaria de la dejadez de sus años, del abandono de
aquello que tanto quería. Un amor, una pasión, un paso que no pudo dar y es
por ello de tanto y tanto aislamiento. Murió solo, con sus melodías, rodeado de
folios escritos por el y dirigidos a no se quien. Eso imagino, escuchando a su
música favorita y como puedo observar desconocidos por mí ¡ Uhm ¡ Me doy cuenta
que son extraños, para mí, los cd y vinilos que aquí se acumulan. Me doy de
golpes en la cabeza y sé que hay que lograr sus deseos. El mar. El mar. Su
cuerpo será tragado por los cetáceos que lo llevarán a las profundidades donde los
cadáveres anónimos perdieron sus sueños. Yo Suam arrastro su cuerpo, el piano
calla y el ronroneo de la noche nos aguarda con la luna blanca, con la luna de
la esperanza. Por un instante me siento acobardado, tirado en una tristeza por
su persona. Pero habido tantos y tantos muertos, pero él es especial. Su cuerpo
es ligero, se deja llevar hasta donde las olas rompen. El faro sigue
funcionando, como si su vida continuará. La gaviota a saltitos me sigue.
Aprovecho que el océano está sereno para arrojar su cuerpo, me cuesta, pero he
de hacerlo. Delfines plateados esbozan una danza cerca de este faro. Es como si
lo esperaran. Yo Suam arrojo el cuerpo, estrellas fugaces se amontonan en mis
ojos y pido un deseo, un deseo íntimo. Me retiro, vuelvo al faro sin mirar ese
cuerpo dejado a riendas de las mareas, de los seres que viven ahí.
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