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Yo
Suam vi como se encendía una luz. Yo Suam después de haber recogido aquellos
papeles comencé a leer a la sombra de la gaviota , con aquel cuerpo inerte
dibujando armonía. Y la vejez llega, puede ser de muchas maneras. Yo envejecí
con el aroma del mar, con el vestigio de un amor eterno en mis pensamientos. Yo
envejecí en la soledad como hijo de este
faro, de ese piano que esboza ante ti. Sabías que ibas a venir. Mis años no me
permitieron aguardar más. Y esa guerra…esa estúpida y descerebrada guerra. Así
el ser humano gasta sus años. Yo de aquí observo todo, el todo y la vez la
nada. Somos nada en la inmensidad de este mundo, de este océano que me
alimentaba, me daba el aliento monótono de seguir así, aislado. Sí, Suam, la
vejez nos llega a todos. Algunos diezmados, otros con la entereza de la sabiduría
recolectado a lo largo de las estaciones. Ahora que me ves, no te asustes ¡Oh Suam¡mira
ese piano, este faro donde su luz no descansa con su ritmo perpetuo en el avance
de los años. No, no te asustes, estoy muerto en cuerpo pero no en espíritu.
Cada ladrillo, cada carta que irás leyendo te hará comprender por qué te conozco. Tanto ….tanto te he
esperado, pero esta guerra, esas guerras de la codicia , de la envidia, de la
venganza corre por nuestra sangre. He visto muchas cosas a lo largo de mi vida
Suam. Tanto he visto que he llegado a la determinación que todo es cíclico,
todo se repite aquí y allí…allí y aquí. No,
no hemos cambiado la memoria ha sido borrada de nuestros pasos y las huellas
del atrás no tienen sentido para las gentes del hoy. Cada acción envuelta en
violencia, en sangre, en cárceles prietas en nuestras venas es un daño, es un
fracaso, es una jaula para nuestra respiración. No , Suam, no te temas. Te
conozco. Alguien me ha hablado de ti. Yo Suam necesito apartarme de lo que
leo, me distraigo en este misterio. Yo Suam y la gaviota escucho el piano, está
sonando y nadie lo toca. Me fijo más en el rostro de ese hombre y no se que
sedación repercute en mi , me siento tranquilo aunque este muerto. Yo Suam,
impresionado, echaré su cuerpo a la danza de las mareas cuando termine de leer
esta carta, esta carta destinada a mí. Calla el piano y continúo leyendo. Morimos
solos Suam. La muerte es como el nacimiento, las estrellas velaran por nuestro
espíritu, libre. Sé que estas lejos de llegar a la vejez y si llegas verás la
riqueza que se ha enhebrado en ti a lo largo de todas tus vivencias, algunas
malas, otras buenas pero al fin al cabo vivencias. Verás que tu memoria irá
borrando todo el mal y solo guardará los hechos estimulantes, los hechos
emocionantes al son de tu felicidad, de tu estar bien contigo mismo. Por mi no
sientas pena, Suam. He vivido a mi manera aunque esta guerra , esa dejadez del
mundo, esas injusticias aun nos desbarate los sentidos. Yo Suam me detuve y
deje que la voz del piano se incrustara en mis pensamientos, en esa forma de
razonar del porqué estas palabras destinas a mi….
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