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Fija,
embelesada con la danza de las mareas. Con una brisa cortante acosando mi
rostro y me dejo seducir, dejo que el frío se pegue a mis carnes. En estos
momentos donde el jaleo ya calla aun estoy aquí fuera de mi camarote. Quiero
que este instante sea eterno…una eternidad que me embriague en el olvido, en la
memoria…la memoria y el olvido. Secuencias de mi camino pasan por mi mente y esta
razón me llega con un halito de tristeza. Una tristeza que considero mía y solo
mía. Los tropezones siempre se vierten cuando vas en contracorriente y hay que
vomitarlos, arrojarlos, como en esta noche que navego, más allá de la nulidad.
De una censura perfecta erigiendo mi mañana. Sí, un mañana tal vez con alguna amargura
pero siempre adelante…adelante como los valerosas aves de rapiña que sobreviven
hasta el amanecer. Miro el universo, inacabable, somos miseros piezas estancada
en una espiral que se pierde en el cosmos y que no da señales de vida sino de desatamientos…El
devastar de las personas, de la naturaleza, de esta madre tierra que erupciona
y rompe sus cadenas cuando lo oprimimos en el arrebato de nuestros desordenes. Y
unos cachalotes anuncian su llegada. Unos mamíferos desplegando todo su tesón y
buena esperanza en el curso de este barco. Y los astros los cuentos y me
pierdo, estelas se difuminan en cada uno de mis deseos. Eso deseo de
tranquilidad y paz. Eso es lo siento. Eso es lo busco en este viaje ondeando el
extenso océano. Tirito, pero me es igual. Quiero que este frío de la madrugada
acabe con ese yo ceñido empedernidamente a la añoranza. Dejar todo lo de atrás.
Una limpieza pincelando mis entrañas hasta ser hija de este mar, ahora, oscuro.
Llego hasta cien…cien estrellas por no decir millones capturan mis ojos. Cada
una de ella con algo de particular. Cada una de ella con un sueño de alguien de
este mundo. Cada una de ella señal de nuestros muertos. Temblor, gelidez…Si, ven a mí. Se zarza que
desnude mi piel y penetre hasta ser otra de mí. Mujer en el orden de las
jornadas con la verticalidad de los soles. Mujer en el orden de sus pisadas con
el tiempo preciso ante la perdida del ayer.
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