2
Estoy
en el horizonte, gaviotas amortiguan mi adiós, este camino que he de tomar. El
barco tardará en zarpar, la marea es fea, arrugada, imbatible, con una
violencia que hace tambalear los que ahí sucumben. Estoy en el horizonte, el
sol y el viento penetra en mi vientre, en mi vientre como bulbo de los años. Sé
que he de olvidar, me han dicho que cruzar el mar te quita de todos esos males.
Después retornar. Sí, volver a esta isla donde los volcanes estrangulan para la
belleza, para imperfecta conversación entre la tierra y las estrellas. Estoy en
el horizonte, la cafetería está semillena. El camarero de un lado a otro. Pido
en café, mientras suspiro por las ganas de irme, por las ganas de empezar está
travesía, por las ganas de ser principio de un nuevo destino. Me dejo ir, la
danza de las gaviotas me impresiona en la manera de sus movimientos. Estoy en
el horizonte, esto se retrasará por horas hasta que la marea baje, hasta que el
viento se calme, hasta que el fuerte oleaje agresivo se amortigüe. Estoy en el
horizonte, mis años aquí han acabado. Unos años donde el estancamiento y la
precariedad me acompañan. Y ahora me voy, así, sin despedidas. Frente a mí una
familia con sus niños. Y ahora no siento nada, solo el asombro de mi partida. Estoy
en el horizonte, en esta zona de embarque donde espíritus insignificantes para
mi se mueven de un lado a otro. Y el sol ha salido, y el viento se detiene en
el punto preciso que dicen por un altavoz que ya se puede embarcar. Una marea
sobreviene en mis piernas, me levanto y voy donde las escaleras me guiaran en
el estómago de este buque blanco. Impertinente son estas escalinatas, se
tambalean y el vértigo raspea en mi cuello, un sudor frío se pega a él. Estoy
viendo ese mar, pintado de verde oscuro, con un olor a contaminación. Aun la
mala marea resalta pero ya es hora de partir y con sus dimensiones podrá luchar
con la crudeza de las mareas. Por un momento miro atrás, un cielo nublando se
precipita, se hace presencia y alguna chispa reclama mis ojos. Mis ojos
olvidados de que el olvido nunca se olvida. La memoria siempre será ese acento
que te perpetua en el mañana. La memoria siempre será ese don que nos hace
encontrarnos con nosotros mismos. La memoria siempre será la que te presta
precaución en antes de repetir el fracaso. Y digo adiós a las gaviotas, a las
pardelas de esta isla--CONTINUARÁ
No hay comentarios:
Publicar un comentario