Un
pájaro mira donde las olas estrangulan las rocas. Una mujer, en vertical, persigue
con sus ojos la marea. Una marea destinada a subir, a bajar…a bajar, a subir en
los remolinos del tiempo. Otra mujer de espalda, en vertical, persigue con sus
ojos las sombra de las jornadas en el boscaje, en ese follaje donde impera el
frescor de una primavera. Las dos se hablan, conversan de aquello que pudo ser
y no fue o de aquello que tal vez será. Una conjunción de frases removiendo sus
adentros.
Mujer
1:
La
marea sube, se envuelve en un crispamiento de agresiva, tanto, que las
profundidades son como su reconditez una turbia masa de dolor.
Mujer
2:
La
tarde se va. La noche viene. La oscuridad de las arboledas es pincelada de esas
tumbas donde pacen mis recuerdos. Sí, no, no te recuerdo mujer del oleaje.
Acaso vienes a mí. Acaso me hablas…
Mujer
1:
Si,
te hablo. Y cada palabra se mezcla con el aliento de un viento que viene
arrasando todo mal que nuestras huellas han dejado. Porque han sido muchos
males, un reflujo violento que nos hace ahora mujeres con velos negros.
Mujer
2:
Y
si andamos un poco , nos viramos, nos abrazamos con el fin de destruir todo esa
memoria embestida en nuestros hombros. Todo pesa…si es muy pesado, me doy
cuenta. Nos arrastraremos como hiedra que se adhiere a las paredes y subiremos
donde la pena sea cenizas…tan solo cenizas de un pasado tatuado de anónimos
nombres. Los desconoceremos, nos olvidaremos y seremos flores nuevas sobre una
mesa donde la luz viene.
Mujer
1:
La
marea sube, la tarde se va. Mis pies mojados en el impacto de este oleaje que
hace garabatos en estas rocas arrugadas. Si andamos un poco seremos pozos de la
memoria….ella siempre irá con nosotros en nuestros ratos de soledad y callado.
Quiero estar así, frente al mar, observando su movimiento, cuando sube la
marea, cuando baja la marea. Así es la vida, desfigurada a veces y otras
maravillosa , límpida.
Mujer2:
La
noche ya está aquí, el sol ya dio su ultimo grito. Todo es oscuridad y tu detrás
de mí, te siento a igual que el rumiar de la mar de fondo. Somos como el aire, entregadas a las
condiciones que nos brinda las horas, los minutos, los segundos…entregadas a
cada estación, primavera, verano , otoño , invierno con el callar de nuestras
querencias, de nuestros sueños. Hagamos de los sueños una verdad, una verdad
impoluta donde los ríos nacen y toman nueva forma con el mar.
Mujer
1:
Una
pardela, es hora de ellas. Escucha…escucha su llanto.No…no es llanto. Es su
forma de comunicarse. Se asemeja tanto al humano….nos comunicamos mediante el
dolor. Un quejido que infundado por el recelo, por el demostrado desanimo de
nuestras vidas sordas y ciegas. Pero todo creo que es efímero incluso los malos
ratos. Debemos sonreír, aquí, mirando el mar. No en la negritud de tu
horizonte. Mira el firmamento. Ahí viene la amada luna. Esa que en tantas y
tantas ocasiones nos confesamos.
Mujer2:
Estoy
aquí, como la noche. La luna en su brío nos condiciona a un mañana. Sí, un
mañana donde el despertar de los sentidos amueble nuestros corazones. Siento tus
latidos. Te pasas tus yemas por tus labios y notas la sequedad de la existencia
y notas la necesidad de una pizca de amor. Y la luna con su brío está ahí y nos
mira y nos hace meditar lo corto que son los caminos del aire que respiramos.
Mujeres
en vertical, cada una con sus pesares, cada una con sus esperanzas, cada una
con un destino en común, cada uno con cierta mirada a la luna. Mujeres sonoras,
cada uno con el canto a un nuevo sol, cada una con una pasión por abrazas, cada
una con una tonalidad diferente. Ahí, entre las sombras de un boscaje, y el
rubor de las olas.
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