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Penetro
en su vientre como colapso de un drama eterno…eterno. Todo sigue igual, yo diría
que peor. Una mujer con camiseta blanca es espalda que observo. Una mujer
despeinada, con las grietas de los años. Por sus movimientos desde aquí, de esta
lejanía tan cercana la reconozco. Su voz llega a mis sentidos y tiemblo…un
temblor que me enmudece, que me hace desviar la vista, que me hace apagar mis oídos.
Me intimida, no sé lo que se esconderá detrás de esa cortina de sentimientos. Sin
embargo, capturar este instante crea en mí cierta paz, cierta tristeza y no sé por
qué, será el miedo al rechazo. Sí, esa tempestad que vuelca los corazones
cuando han cometido un error. Intento espabilarme, quedarme quieta donde estoy
y mirarla así, de espalda. Los años han pasado, muchas vivencias hemos tenido.
Tantas que ahora es todo distinto. Todo cambia, no cesa de lloviznar en este atrofiado
invierno. Aquí siempre es invierno, un invierno dando azotes de crueldad, de
desinterés por los que aquí habitan. Levanto mis ojos más allá de este refugio
y montañas extrañas se mueven como paredones de la ida. Levanto mis ojos más
allá de ella y la imagen de mi madre se hace presente. Una imagen pasiva. Una
imagen mayúscula. Una imagen determinante en mis decisiones. Siento su calor en
mi mano y ando…ando hasta ella. Algo me detiene, la vergüenza. Los fracasas de
vidas anteriores me amenazan. Tengo la sensación de cansancio. Tengo la
sensación de vértigo. Tengo la sensación de debilidad ante lo que amo. Inspiro
y espiro…espiro e inspiro. Lo que sea será. No hay que provocar, no hay que
acelerarse solo, tomar paciencia donde el resto del tiempo de hablará, te dirá
la verdad. He llegado aquí por lo que quiero. La he encontrado, de espaldas,
incansable en su labor humanitaria. Yo soy otra, una existencia que se ha
transformado a lo largo de los años. Y todo cambia...sí, nuestras vivencias van
tallando nuestro carácter, nuestra forma de ver las cosas, de afrontar cada
jornada. Ahora, es todo tranquilidad, me digo. Hay que aceptar las cosas tal y
como son. Hay que aceptar que todo cambia…La imagen , si recuerda, de mi será
distinta a la del hoy, a la de un ayer apagado ya en mi vida. Solo tomo aquellos
fotogramas gratos, pocos o muchos, me da igual...CONTINUARÁ
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