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Espiro
e inspiro….espiro e inspiro por los adentros de las puertas. Día cuarto del confinamiento, de la
emergencia sanitaria. Por mis venas pasan la masa de refugiados, de las guerras
inacabadas, del hambre brotado en esta esfera.
Me paro, una detención por los hermanos en injusticia. Sí, porque somos
hermanos de las raíces de esta tierra que pisamos. Todavía no he escuchado nada
sobre ese virus ingeniado que ha roto con el hoy, con el pasado y la frontera
se censura. Tiemblo, un temblor que va más allá de este episodio crítico en la
civilización. Una punzada de dolor me provoca, me revuelve en los hondos
pasillos de mi vientre y en mi cerebro existe una lucha con aquellos que el
viento lleva a la libertad, a sus sueños, a sus deseos. Tendré que olvidar, por un instante que se
hace eterno entre estas paredes blancas, en este cuarto donde los días se
enredan con las resecas miradas, con el roce huido. Llueve, una cortina liviana se levanta contra
nosotros. Una cortina que nos convierte en calles anuladas, en un asfalto donde
los pasos se pierden. Espiro e inspiro…espiro e inspiro ¡olvidar¡ en la brevedad
de nuestro silencio que será un grito cuando todo termine…cuando todo termine.
Y repito, mientras inspiro y espiro. La falta de amor. Sí, la falta de amor. No
hablo de un amor que se mece en las enraízadas profundidades de la pasión, de
la atracción, del beso de labio a labio. Hablo de un amor donde los ojos
corretean con un leve aliento a la complicidad de la belleza. Nuestros odios,
nuestros celos, nuestros posición con respecto a poseer lo que no nos pertenece
nos hace sordos, ciegos al amor. Sí, el amor. El amor que hay en un saludo. El
amor que hay cuando nuestras pisadas se escabullen bajo la lluvia. El amor que
encierra cada acantilado, donde nos miramos y vemos el más allá de donde las
olas rompen. Sí, necesitamos amor. Sino seremos sombras precoces de la
bestialidad negra. Sombras donde se perfila el desdén por lo humano. Sombras
donde cuece desesperanza, una necedad que nos lleva a la aniquilación de esta
raza. Y cuando digo esta raza me refiero a cada ser viviente de este planeta. Espiro
e inspiro ….aglutino todo lo que hay en mi y estática marco el derivar de los
años. Soy tan terca que aun espero, espero el amor. Sí, hace falta amor. Amor
de verdad. Ese amor del bueno donde las mariposas cuentan en su efecto el
temblar de nuestras raíces. Necesito temblar. Un temblar de ganas, de ganas de
amar. Esta enfermedad se irá y vendrán otras mientras no exista amor. Una mujer
hace kilómetros descalza para hallar agua y la encuentra, bebe y con el miedo
de cometer un fallo vuelve donde la frontera no la mire, con el agua. Y es que
hace falta tanto amor. Espiro e inspiro y la sueño. Así, despierta. Porque me
da el antojo. Porque sostengo esa cuerda que nos ahoga y desato. Bebo agua…más
agua. Inspiro y espiro….CONTINUARÁ
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