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Los
restos del ayer, del hoy y de un mañana empañan mis pisadas hasta el
campamento. Restos de gentes supervivientes, abandonadas a la deriva de sus
sentidos. De gentes que han fracasado en ese último aliento. El camino se me
hace estremecedor, angustiosos, constantemente martilla mis recuerdos, mi
ahora. Intento soportarlo. Intento abrazarme a la confianza. Intento, en
vertical, sostenerme sobre mis pilares bien agarrados a las profundidades de la
tierra. Y confío en mis fuerzas, en mi equilibrio entre el bien y el mal. Intento
ser honesta conmigo misma y sigo. Ya está próximo…muy próximo. Escucho un
piano, el piano de alguien sonoro a mi memoria. Y lo veo, cuando más cerca
estoy. Es el, es el mismo con su figura más flaca, con su peno cano ya,
tocando. Animando a esos seres que se revuelcan en la más absoluta miseria. Cierro
los ojos y respiro hondo, me detengo. He llegado. Nadie me mira, una más. Niños
corretean alrededor de mí. Niños que aun le quedan la sonrisa ante el telón que
esconde lo que les guarda detrás, atrocidades. Yo también les sonrío y se
alejan. El olor de este lugar inhabitable vuele ha humanidad, a una humanidad
podrida en el paso de los años, muchos. Antes de adentrarme más quiero seguir escuchando
a ese hombre del piano, a ese hombre destruido poco a poco mientras pasa las
estaciones. A ese hombre de harapos y esqueléticas manos, con sus guantes
cortados, sucios. No se cansa. No se cansará hasta que todo esto no existe. Utopía
del hombre que a cada día que pasa se vuelve más grave. Y , me pregunto cuando
me fijo en sus ojos cuando está con sus piezas musicales ¿Es feliz? Debemos
tener en cuenta que la costumbre , la monotonía en el paso de los tiempos se
hace un vicio con el cual estamos a gusto. Y sus ojos expresan tranquilidad,
como si su concierto fuera escuchado fervientemente por alguien cuando no es
así. Ay viejo perdedor, no lograste tu meta y sin embargo sigues y sigues en un
ciclo cerrado de tu existencia. Comienza a llover, el continua, sus huesos
cansados ya han asimilado ese estado. Truenos y relámpagos avisan de la tormenta
que caerá en el campamento, en este campamento marginado de toda ilusión. El
tal vez sea ese sacrificio hasta que llegue la paz, la libertad, la muerte. Un
pájaro pasa a ras de mi cabeza, se aleja, un pájaro de vuelo frágil, pero entero...CONTINUARÁ
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