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Mis
espaldas cansadas, mi vientre desalentado, mis piernas estáticas y una lagrima
contenido en mis ojos. El quiere hacer su vida, ha termino sus estudios y es
hora de emprender el viaje de la independencia. Una cuesta arriba le espera, lo
presiento, aun así todo será imperceptible con el influjo de su personalidad,
con ese carácter arraigado aun cuando ambula solo en los campos desesperantes,
dañinos. Se agarrará a la mano de lo cotidiano y con las prisas emprenderá su
ida. Lo dejo, no digo nada solo que mis espaldas están cansadas, mi vientre
desalentado, mis piernas estáticas y una lágrima contenida. Todo se reúne lo amargo
y lo alegre. Me motiva y en mi recóndita armonía soy luz de su mañana…de su
mañana. Se va. Lo dejo marcharse como las hojas verdes cuando sopla el viento
fuerte. Le he entregado todo mi saber, todos mis compendios de como luchar en
esta vida y me encuentro satisfecha. Bajamos al parque y lo abrazamos, fuerte.
Ya no es un niño. Ya no es muchacho. Es un hombre que tendrá que caminar solo,
aquí estaré para cuando lo necesite como cuerda que tira y tira para el brío de
la vida. Volvemos a casa, su entusiasmo es indescriptible ante el trabajo que
tendrá que realizar y me siento caer. No me gusta las emociones gloriosas, grandes.
Y sé que es manía, que mi cautela describe las circunstancias que me han
recorrido.
Querida:
Todo
crece, todo madura y todo vuelve a la tierra. El niño ya es un hombretón y se
va, se independiza. Mi mente se fija en su mano, esa mano con la tanto he
andado más allá del sufrimiento. Pero el ha terminado sus estudios y se ha
integrado, ahora es uno más de esta sociedad, de esta cultura. Me sorprende, me
asusta que no me pregunte por su ayer, por su niñez y comprendo que remover esas
heridas, esos pozos puede ser destructibles para él, para mí. Mejor así. Ahora
se puede decir que estoy sola y que te espero, si me recuerdas. Tu rastro no lo
hallo y todo es tan rápido. El espejo se viste de mis canas, de mis ojos agrietados,
de barriga abultado por el paso de los años. Y aun así te pienso, te converso
cuando nadie me ve. Ahora, me quedo sola, en las inmediaciones de un sin sabor
por su marcha, como tu nada. Y no sé porqué te sigo luciendo en mis
pensamientos. Serán los años, el temor de quedarme vieja y sola y todo lo que
ello implica. Ya sé que es el corazón el que dicta el estado de las sensaciones,
de los sentidos. Pero, te juro, tengo un miedo extraño a envejecer entre estas
paredes con solo el sonido del viento, de la lluvia, de los días soleados, de
los días oscuros, de los días planeando en el silencio de unos ojos. El, mi hijo,
sin embargo tiene unos ojos que le darán lumbre, no se por cuanto tiempo pero
me siento feliz cuando sus cachetes se enrojecen cuando se la nombro. Y la he
conocido, parece buena chica. Y los miro y en mi crece un cierto recelo, una
envidia sana de que haya descubierto un amor. Pero la vida se expande y
contrae, son tan jóvenes…que no se sabe los vuelcos que puede dar ¡Ay querida
mía¡ Sí, porque te quiero...CONTINUARÁ
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