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Como
extranjera en este país no soy cueva apegada a ningún lugar. Tropiezo con un
baúl que me ha acompañado estos años en esta tierra. Lo abro. Cartas que no he
enviado en mi vida aquí. Camino por ellos, me siento caer ante la curiosidad
que rememora lo escrito y me dejo ir en ellas. Espero en silencio la hora de
levantar al niño y leo.
Carta1
Querida:
Mi madre no da señales de vida. Desde aquí
desde el otro lado de la frontera todo sigue su ritmo, lento, con cierto aliento
descanso. Me acuerdo de ti, de ese beso del ayer en el crudo invierno cuando
nos coincidimos en aquel campo donde todo era miedo, desorientación, terror. Me
diste la mano y aun pienso que tu mano me dio fuerzas para seguir viviendo. Tu
eras una extraña para nosotros, una extraña que venía de otros mundos para
ayudarnos, para sonreír cuando las amarguras sopesaban sobre nosotros. Y me
diste ese beso y esa dirección tuya a quien ejerzo esta carta. Me ayudaste tanto,
tanto en todos los ámbitos que ahora miro este pequeño corazón y te lo
agradezco. Yo desatendida, desheredada de este planeta. Te escribo porque
siento la necesidad de decirte algo, algo que nunca tomo pie en nuestra larga
existencia en el campamento. Ese campamento de sollozos en la noche, de
violines en la mañana, de tanta y tanta tristeza. Como sabes llegué, pero no
más. Llegué y luché hasta conseguir los papales, Antes me metieron en un centro
apartada de toda civilización, un centro donde las vejaciones continuaban en
otro ritmo pero insolventes para condición de ser persona. Decirte desde aquí
que te quiero. Sí, te quiero. No se si esta carta te llegará como tantas otras
escribí a mi madre en el campo, pero tu recuerda planea en mis sentidos y me acerca
a ti.
Retiro
este fragmento de papel de mi vista, miro al niño, aun dormitado. Y me pregunto
de mi hermetismo ante el amor, de mi alejamiento en los calles donde las manos
se unifican para ser una sola. Ya lo he dicho, ahora tengo que criar a este
niño que crece con la celeridad de las flores en primavera. Una bruma matutina
se respira en esta habitación, dejo las cartas y me voy hacia el . Lo
levantará, desayunará para de nuevo seguir la rutina de las jornadas...CONTINUARÁ
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