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No
está. No estará. No estaremos cantando a la paz. Aun rememoro aquel día donde
la frontera se extinguió y nosotros corríamos tras los camiones que nos llevaron
a este país, a esta ciudad donde los ojos se vuelven desconfiado ante el
extranjero cuando se mece en los pozos de la miseria. No, no somos extranjeros,
no somos foráneos de esta tierra, de este mundo que nos ha visto crecer,
sufrir, morir. Ahora miro a mi hijo, porque es mi hijo y lo quiero. Va creciendo
velozmente con el fenecer de las hojas de un almanaque. Al fin he conseguido
los papeles. Sí y ello me lleva a un estado tanto de alegría como de tristeza.
Pienso en aquellos que aun son causa de penalidades, de esferas corrosivas que
los asfixia hasta la desesperanza. Todavía continuamos caminando por tierras de
cenizas punzantes, quemantes cuando tu tez es ajena a ellos. Pero, al fin, yo
he conseguido los papeles. Pero, al fin, yo he conseguido un trabajo. Me
diversifico entre este niño y mi labor cotidiano en un centro hospitalario. Por
un momento un estruendo hace temblar este piso , las ventanas. Es una queja sórdida
del más allá de este planeta. Un universo confuso y caótico que nos entrega el
desdén. Me abrazo a mi hijo, el me pregunta, no entiende de esa explosión portentosa.
Sus se muestran quietos, algún daño en su memoria le viene. Un daño ocasionado cuando
no era más que una existencia indefensa y sola en un campo de refugiados. El
recuerda, recuerda la pena, lo ingrato que es el clima cuando te hallas en la
desnudez de la vida. El recuerda, recuerda tal vez a su madre, a su padre . No
sé. No hemos hablado de ello ni pienso comentárselo. Tal vez en el transcurso
de los años. Cuando sea un muchacho autónomo. El recuerda, su mirada se pierde
en algo inconcreto. No dice nada solo, se abraza a mi como refugio de todo ese inteligible
daño de su ayer. Yo me siento caer, caer donde las ráfagas de bombas
destrozaban todo mi mañana, un despertar imbuido en la fatalidad. No pasa nada
hijo. Solo ha sido un temblor de la entrañas de la tierra, le digo. Algo
natural que viene sin mal¡ Ah , el mal¡ Se esconde donde lo menos lo esperas y
en ocasiones sale a la luz en un minúsculo acto. En la vida las cosas se
revelan por si solas, todo sube, todo cae. No está. No estará. No estaremos
cuando nos demos cuenta del error…
CONTINUARÁ
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