No. No soy queja. Aquí de
espaldas a ti con mi vestido negro. No. No estoy amarga. Aquí con la idea planeando
los sentidos del viento. Un calor agotador machaca mis carnes, mis huesos y soy
hija del agua. De esa agua que corretea cuando piso la arena de una playa de la isla. No. No soy llanto. No tengo ganas o
mis lágrimas disecadas forman agujeros en mi vientre. Me miras. Te miro.
Estamos vestidas de negro. Un luto que alberga cada rincón de este mundo
malherido, mal equilibrado, desorientado, perdido en brumas de la oscuridad. Te
hablo. Tú callas. Converso porque tengo ganas. De pronto , la necesidad de
decirte de las penas que asaltan al existir. Me escuchas y callas. Tu expresión
muestras que estas de acuerdo conmigo. Llamas predicando el mañana. Enfurecidos
demonios trasquilando cada tierra tranquila para llevarlos a la agonía. No. No
discuto. Ya no….Ya no. Me situó en el lugar de alguien, anónimo, alguien que
llevaran en su niñez a casamiento con los horrores por ser mujer. Me situó en
el lugar de alguien, anónimo, cuyo rostro es vendado por lo negro solo por ser
ella. Me situó en el lugar de alguien, anónimo, pulsando un fusil en sus sienes
y mi cuerpo se retuerce, y esta fragilidad se hace más frágil. No. No soy
miedo. Hay tantas anónimas en un rincón donde lapidan la verticalidad de su
fluir que mis sensaciones se colman débiles, pesadas, espesas, extensas en el
devenir de sus despertares a la deriva, ahogadas por una garganta rajada , por
un olvido, por una dejadez. No. No soy desmemoria. Con mi vestido negro me
aproximo a la orilla. Con mi vestido negro dejo que mis pies se mojen con el susurro
de las olas. Y tú, de espaldas a mis, sientes mi caída. Pero no caigo. No. No
soy caída. Solo un inspirar y espirar con la idea planeando los sentidos del
viento. Un viento mortificante, un viento de sudarios blancos columpiando la
nada. Por ellas, por esa niñez estropeada, por esa vida desbaratada, por ese
camino tortuoso las recuerdo. Están aquí, en mi memoria, en estos pensamientos
donde caigo como pozo de lodazales y mordiente en mis hombros. Y canto. Sí ,
canto con mi vestido negro en la orilla de una playa.
Y tendrás sueños.
Y serás libre
Y tendrás un rumbo
Y serás tu
Con el amor de tu pulso
Con La belleza de tus ojos.
Con la perfecta sonrisa
Con la alegría del amanecer.
Y tendrás sueños
Y serás libre
Y tendrás un rumbo
Y serás tu
Con el amor de tu entereza
Con la belleza de tu andar
Con el perfecto vuelo
Con la alegría de ser, de estar,
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