La maleta, una maleta negra.
Guardo en ella las cartas estranguladas en añicos que no te envié, que te
escribí. Donde mis charlas subían al muro más alto y aleteaba con las rachas del
viento tu nombre. Un nombre que en la reconditez de mis sentidos. La maleta,
una maleta negra. Ahora que me marcho me fijo en la bahía, en su faro
imparable, intermitente avisándome que aún la luz es ventana de la esperanza. Mis
latidos se pausan, mi andar se hace lento, mis ojos monótonos y mi razón se
vuelve prisionera combatiente al olvido, de olvidarte. La maleta, una maleta
negra. Donde la letra ilegible desfigura mis sueños y un incierto e incómodo
precipicio me busca …me busca y no me halla. Yo desde aquí, desde el muro más
alto danzando con las rachas de viento sigo pronunciando tu nombre…tu nombre. Y
el secreto se vuelve herida. Y el lenguaje se vuelve indómito en la profundidad
de mis sensaciones. La maleta , una maleta negra. Avisto una paloma blanca, un
sol que se queja en su ida y una luna llena y circular dando aliento a mis
deseos. La maleta, una maleta negra.
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