Cuando una tarde junio desabrocha su alma. Los cuerpos,
inertes, desvelan el suceso de los sueños. Cuando una tarde de junio a borbotones
se desquita de las inclemencias de las penas, del dolor sacude con nuevas
motivaciones. Los pulmones exudan el
quehacer innecesario, las piernas correan a para de los pájaros veraniegos y
las manos juegan con el oleaje. Cuando la tarde exprime los sentidos, sin
quererlo, me aproximo a ti con la danza del regreso. Y nos besamos. Y nos
abrazamos. Y conversamos sobre el mañana…un mañana donde nuestro rincón huele a
flores nuevas, a ojos posados uno sobre otro. Cuando una tarde junio nos mira, con
calor prieto, cogemos nuestras pisadas y avanzamos sigilosamente donde la nada
nos ve.
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