Cuando ella veía todo azul una cascada de campo oliente se
incrustaba en sus fosas nasales. Un olor al frío de un invierno descabellado
que la hacia mujer del aire. Cuando ella veía todo verde un derroche de
hierbajos se liaban a sus piernas que corrían y corrían sin querer donde el
arco iris era beso de sus labios. Cuando ella veía todo amarillo un aplomo
contundente de esperanza topaba con su sonrisa, una sonrisa humilde, una sonrisa
enhebrada con los finos cabellos de un sol que le daba aliento. Cuando ella se
miraba al espejo un juego tricolor la pintaba de mujer de los vientos nortes.
Sí, del norte…del norte donde el oleaje se hacía mayúsculo, estrangulando las
rocas donde impactaba y se sentía bien. Ella frente al espejo con tintes
azules, verdes, amarillos edificando sus pisadas del hoy. Por qué el mañana
sería otra cosa…es otra cosa. Por qué el pasado es otra cosa…un rastrojo
muerto. Y se hacía bella, peinándose frente a el, con el silencio de los
cuerpos, con el alborozo de un querer. Y se hacia bella, encontraba su lugar. Y
se hacia grande, encontraba su lugar. Y se hacia persona, encontraba su lugar.
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