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La
danza del tic-tac comienza con el susurro de los grillos. Un violín que no cesa
en la intemperie de la noche, de una noche con luna. Tejo cada parte de mi con
saturno como centinela. Guardo mis ganar de ser acogida en el regazo del calor
y me contraigo. Escucho por un instante algo en el baño. Un ruido disperso,
como si estuviera desgarrando las entrañas de la vivienda. Suena como un eco
sórdido, contundente, mezclado con algo que está atrapado, encerrado. Por un
momento mis huesos se estremecen y el olor de la rosa negra que agrieta mi
pared viene. Viene con un taconeo de agujas en mi temblor. No, no tengo miedo
solo, respeto a lo que pueda ser. Un respeto trabajado a conciencia en lo que
perduro el virus en esta sociedad. Me levanto y voy al baño, enciendo la luz
del pasillo y la rosa negra que agrieta mi pared despierta al igual que yo.
Entro en el baño, todo parece normal. El ruido calla, el ruido deja de ser
lastimero, el ruido dejo de oírlo. Abro la vasija y algo oscuro se ve en su
fondo. Tiro de la cisterna una y otra vez y respiro hondamente. La cosa oscura
no se va aunque tire de ella de nuevo. Solo corre el agua, un agua con destino
al océano. Agua limpia que se desencadena en un mar donde muchos han soñado,
donde muchos han llorado, donde muchos han muerto. De repente la imagen del
sufrimiento se apodera de mí. Y pienso lo terrible de un mar adentro con un
futuro desconocido, condicionado por la deriva de una embarcación que llegará o
no a la costa de un mundo , de un mundo que somos ciudadanos todos. La mancha
oscura sigue, tiro de nuevo de la cisterna. Corriente de náufragos en la
desesperación de un mañana mejor, de una oportunidad. Y la muerte…y la muerte se cierne en mi
cabeza. Mar cementerio de anónimas vidas se presenta en mi visión. Océano donde
el hambre y la sed deja como desheredados de esta atmósfera muchas existencias
tantas, que no podemos imaginar ¡Sufrimiento¡¡Agonía¡ y al final la derrota, la
perdida de la noción del tiempo, de la vida. Mar cementerio de anónimas vidas.
Tiro de nuevo de la cisterna y la mancha o la cosa oscura sigue ahí, hermética.
Estoy harta de esta pesadez. Engullo un pedazo de esperanza, una esperanza de
un mañana mejor. Lo único que se antepone es un telón de acero, el individuo, nosotros.
Y miro a la vez que agua corre por la vasija todas nuestras precariedades, muchas
o pocas, lo suficiente para descarrilar una existencia mejor...CONTINUARÁ
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