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El
amanecer se extiende, se demuestra con la intensidad de una primavera aun algo
apagada. Los rumbos de la tierra se erigen en los vastos pasillos de la desconfianza,
una verdadera desorientación que nos ciega nos hace sordos a los corazones
entregados a la vida. Y todo son flores, margaritas, lavandas, jazmines, una reverberación
exagerada del esplendor de la isla, siempre primavera. Entro en mi caso y
cierro la puerta con la cautela de un ruido inexistente. Las paredes, blancas,
se escurren en sombras de la bienvenida del nuevo día. El sudor me envuelve en
ciertas ganas de beber agua. Y bebo agua mientras la cafetera da brincos de
ánimo en esta nueva jornada. Y el amanecer se extiende entre mis ojos con el
remoto canto de los pájaros, con el remoto aleteo de las mariposas. Y la música
hace su aparecer en la escena de este día más bien gris, unas nubes pesadas se
acuestan y ensombrece un sol que no logro distinguir. Bebo agua, hasta la
saciedad, hasta que mi conciencia despierte en el sabor del océano en el
horizonte, un océano plomizo, estrangulado por esos nubarrones densos,
grotescos. La verdad es que empobrece la belleza de la luz, de la luz del sol
cuando quiere entrar y no le dejan. Un eclipse que en las horas venideras se irá
y dejará el esplendor de cuerpos bajo su tibieza. Tomo una taza de café con la
hermoso de su sabor, con la emotiva concentración de los sentidos. Y dejo el
agua correr y correr mientras me ducho. Agua que bebe de mi sudor, de mi
existencia en este mundo liado a las batallas perdidas. Y pienso en ese verdear
de los árboles, del despertar de esas flores. Mariposas y pájaros posándose en
lo cotidiano de las horas, de los días. Y eso es bello. Y eso es perfecto. Agua
que bebe de mi sudor y la dejo correr, por el sumidero una parte de mi se va mar.
Un sudor donde la ramificación de los sentidos se estrecha con esa masa de agua
salada en el sonido de sus caracolas y el oleaje. No me da ganas de salir de la
ducha, agua que bebe de mi sudor, agua que me desquita de todo el mal que navega
en mí. Sin más me enfrío, un frío que se interioriza en mis venas. Cierro el
grifo. Fijo mi mirada hasta que la ultima gota de agua baja por el sumidero,
como la última gota de sudor se marcha donde las olas rompen y beben de mi…CONTINUARÁ
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