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Despierto
ante la luz aun apagada del amanecer. Los sueños me aquietan en la cama hasta
que logro encontrarlos. La noche ha sido fresco. Sin pijama me dirijo a la cocina,
un café se remueve en mi garganta, en mi estómago, en mis sensaciones, en mi sed,
en mi quietud, en mis sentidos. Despiertos cada pisada de esta casa en el más
absoluto silencio, mi gata maúlla, se encuentra jugando con su rabo. Un
garabato se esboza en mi rostro, en mi rostro somnoliento, en mi rostro de
estrellas que aun visibles en el firmamento, en mi rostro de ojos absorbidos por
la nada de cada habitación, por la callada manera de sus paredes. Vuelvo a mi
cuarto, como de costumbre me pongo mis playeras para salir a correr, a caminar
, a liberarme de la pesadumbre que se acuesta en mis espaldas. Mis pisadas son
pesadas, mi sueño es imperdonable. Me pongo los cascos, el pañuelo y observo el
tic-tac de un reloj de pared, de un reloj con telarañas, de un reloj que dice
del tiempo, de las horas, de los minutos, de lo efímero que es cada instante
presente prestado al pensamiento. Me estiro de manera que otro café fluye por
mis venas con el ánimo de mis pisadas. Cierro cuidadosamente la puerta, quiero
estar bien con los vecinos. La música grita en el ritmo de un cuerpo que se mueve
con la lentitud del despertar sus músculos, sus articulaciones. Zancada a
zancada me voy alimentando de una carretera de varios kilómetros, la oscuridad
aun presente solo, el faro de algún coche transitando, solo el ruido de mi
respiración y la música a medida que avanzo. Cada vez con más celeridad,
lentamente, cada vez con más firmeza. No hay nadie corriendo a esas horas, una
rata veloz sale de alguna alcantarilla, con sus saltitos pequeños, ágiles desaparece.
El sudor comienza a apretar mis sentidos, me agrando, soy gigante que pisa
fuerte y vertical al son de la tonada que escucho. Y zas, una pisada…y zas,
otra pisada…y zas, otra pisada. Y así sucesivamente a medida que los kilómetros
se apoderan de mí, de mi cuerpo dejado al son de la oscuridad del cielo, de las
farolas, de algún pájaro madrugador, de algún coche inesperado. Y soy poder. Y
soy contenido grito a medida que mi fuerte aumente, soy fuerte, mi mente es
fuerte, es ella…es ella la que reproduce cada carrera en la soledad de un amanecer
venidero, es ella la que se apodera de mis piernas y las hace avanzar. A la vez
mi razón se yerta sobre mis pensamientos y pienso, un quehacer, un recuerdo,
una idea, unas ganas y al final llego al edificio de donde he salido. La
oscuridad se escapa y una claridad comienza a verdear , a florear los jardines
que lo rodea…CONTINUARÁ
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