Viento. Una isla en el infinito.
La ascensión de la sonrisa torcida. La molicie de las espaldas, cansadas.
Viento. Laberintos alados de la búsqueda. Indagamos en el yo, en el yo de la
voz. Una voz que se exterioriza con la impertinente balada de los ojos. Viento.
Hace frío. No te hallo. La derrota de los sentidos. El estancamiento de los
sentidos. El corrosivo balanceo de las emociones. Y te busco y no te hallo. Duermo
donde los jardines de colores dan aliento al mañana, a un despertar lento,
monótono. Viento. Sacude el viento en mi rostro. En mi rostro seco, en mi
rostro de rocosas inaccesibles. Viento. Hay viento…un viento delirante donde
los huesos se consumen. Paseo frente las fronteras. La inconciencia llora, pena
donde los chasquidos se hacen corruptos. Y yo no te hallo. Sola, en la intemperie
de mi oquedad te espero. Aquí, arrimada a un viento gélido. Porque hace viento,
un viento doloroso, un viento arrebatado, un viento mermando cada pisada vertical
de nuestros vuelos. Viento…
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