Susurra la noche sin luna. La mujer
de vientre azul se columpia entre nubes y claros. A veces el universo se distingue
en su amplitud. La mujer de vientre azul con sus ojos oscuro mira más allá de
la frontera de esta atmósfera, de este mundo. Y la mujer de vientre azul emana
de su ombligo flores nuevas para los que vienen, para aquellos que nacerán en
las venideras estaciones. Un halo de paz la estremece y la mujer de vientre azul
la cual es susurrada por la noche sin luna riega esta tierra con esas flores…con
esas flores nuevas. Son flores hermosas, flores donde lo natural extingue lo
que es oscuro, lo trivial. Flores nuevas para el nutrir de nuevas generaciones.
Flores que nacen de su ombligo de su vientre azul. Y la mujer de vientre azul
proclama amor, sinceridad y una razón guiada por lo sereno, por lo vertical de
nuestras emociones. Susurra la noche a la mujer de vientre azul que ya vendrán
tiempos bondadosos, amables, confortables donde los sentidos se muevan en campos
de antorchas con el himno de la paz hilada, con el himno del hambre huida, con
el himno de la sed eclipsada. Y la mujer de vientre azul persevera en sus
pensamientos, en su espíritu y trae al mundo flores nuevas sin saber-inocente
de ella- que somos autodestrucción. Sin embargo, susurra la noche sin luna a la
mujer de vientre de azul de donde emana flores nuevas de su ombligo. Y ella, se
endereza, con su visión global captura pedazo de terror, de derrotas, de
refugios aniquilados por cantos fúnebres. Y la mujer de vientre azul canta,
sigue su rumbo ignorando el quejido infrahumano de este planeta. Susurra la
noche sin luna y la mujer de vientre azul emana de su ombligo flores nuevas. Flores y más flores de alegrías, de inocencia,
de solidarios corazones para el emerger de las cumbres. Y la mujer de vientre azul
presiente cuando la noche susurra que todo mal tiene su fin.
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