Solo las manos
Solo la libertad
Solo la paz
No hay nada más
Solo el todo
Solo la nada
Solo la sonrisa
Solo la mirada veraz
Solo la paz
Y todo lo demás sobra
Silencio
Silencio
Solo las manos
Solo la libertad
Tolo la paz.
Mengua la luna. Sirio alumbra
cada haz de las ganas del descanso y el hombre acecha con la bestia negra, con
la bestia vestida de bala, con la bestia amarga de la agonía. Y no hay descanso
y el hombre acecha con la bestia negra arrojando en un rincón un aliento de
muerte. Y la muerte viene. Y la huida se refugia en rostros marmóreos. Un
tambor suena, la condena de ser humano arremete contra una ciudad desolada,
arrancada de cuajo de su entereza. Las raíces manan donde lo oscuro, lo
desconocido aprieta con su dolor, con su pena con ojos ya sin lágrimas.
Solo las manos
Solo la libertad
Solo la paz.
Silencio.
Silencio.
Mengua la luna. Desterrados con la bestia negra desciende a
los pozos de lodazales. Y la bestia
negra viene. Y un tambor suena lejos…muy lejos. Y mengua la luna en su suplica.
Desquiciados, desbaratados, desequilibrados, maniatados a lo aberrante escupen,
escupen a las almas calmas vetadas de aire ¡Uhm¡respirar, respirar en una
tierra donde el invierno no sea tan
feroz, tan encubierto de navajas al ritmo trepidante del odio. Mengua la luna.
Un tambor suena, y descendemos a la miseria de ser, del ser.
Silencio.
Silencio.
Solo el todo.
Solo la nada.
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