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La
existencia tiene sabor, un sabor en ocasiones amargo, en otras, soso yen muchas
dulzón. Los colapsos de ella nos transportan a la experiencia y esa experiencia
nos hace madurar en el continuo pasar de las estaciones. El almuerzo es amenizado
por una sencilla comida, no hay necesidad de complicarnos sino situarnos en la inspiración,
en las ganas que tengamos. Una delante de la otra…la otra delante de ella. Observa
con sus ojos puestos como quien no quiere saber nada como su compañera, como su
querida come. Como se harta en cada pisada de sus dientes hasta su estómago. Y
ello la alegra, un cosquilleo entretenido que aprecia su corazón. Y es que todo a terminado. Su mal es ceguera de
su movimiento. Se alimento, es grato que
pueda comer, es grato que no devuelva todo lo ingerido, es grato que no se
retuerza en un tormento. Un tormento de años atrás…de muchos años. Se siente
dichosa, con la verticalidad que anuncia el adiós a la enfermedad. Ya no es
estampida bestial, desquiciada que vomita, que expulsa todo lo que engulle. Se
mira a un espejo y se conforma, se ve bien, estupenda. Y siente ganas de
besarla, de abrazarla a su batalla ganada. Una batalla dura y cruel. Ahora que
los años pasan, una violencia que estornuda sin querer en nuestra existencia.
Ahora que vive, ahora que la ansiedad se ha ido, ahora que el impulso frenético
se ha extinguido, ahora es ella ¿Y antes’? carne y huesos rodando, rodando sin
cesar grotescamente, maltratándose a sí misma. Sí, porque tanto la anorexia
como la bulimia es maltratase a si misma. Vivimos en una sociedad que no vive
estas angustias, estas irrefrenables maneras de actuar y estigmatizamos,
desechamos los horrores que vive estas gentes. Se levanta de la mesa, se
enjuaga la boca, escupe todo error en su destino pasado y se pide perdón. No
solo a ella sino los quien sufrieron sus daños. Se miran y dicen de la
existencia con su sabor dulzón, y dicen de la existencia con sabor amargo. Una
especie de hormigueo penetra por sus venas y ríen. Porque la sonrisa es buena,
es un saludo de gratitud por existir y estar aquí en este mediodía donde la
calima hace raro la atmósfera. Por momentos se deshacen del exterior, de todo
lo que se trama en este mundo disconforme, en este mundo descalabrado. La isla,
las protege. La isla, les murmulla con el romper de las olas, olas que vienen y
que van y que se llevan todo aquello que produce desánimo, desorden. La isla,
están en la isla. Una quebrantada por
una erupción y aun así, la vida puede ser igual y llega la calma. Un tremor que
se extermina en el desahogo de sus entrañas.
Sí, hay dolor…mucho dolor…qué hacer…Y la vida tiene sabor amargo y la
vida tiene soso y la vida tiene sabor dulzón. ..Bebemos de aquello que sea más
agradable, donde la armonía del yo alcanza las cimas de la belleza. Porque la
belleza existe, una belleza compuesta por cada uno de nuestros actos, de
nuestra reserva en la inquietud de nuestra verticalidad...CONTINUARÁ
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