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La
sonoridad de una tele delatando la quejumbre de un planeta en ambiente hostil.
Un campo de refugiados, dos campos de refugiados. La deriva de las guerras y la
miseria los llevan a un viaje largo y espeso por los vastos sentidos del ser
humano. El drama es real. El drama juega con vidas. No se puede hacer nada. Una
alambrada apresa almas desoladas por la condición de ser, de ser de campos
extraños. Un océano apresa almas hambrientas donde los sueños rozan la muerte.
Una muerte que llega cuando en soledad sus cuerpos se hunden las profundidades
de las mareas. Mujeres apaleadas por el simple echo de ser mujer. Un mundo que
gira y gira en el desorden de sus inquilinos, en el caótico deseo que se pierde
en la nada. Ellas, enamoradas, escuchan desde ese sofá los terrores de la
humanidad. Apagan la tele, conversan con la nada y el callar es nube gris que
las enturbia. Una sale a su rutina diaria, correr por ese asfalto donde las
tempranas horas hace ausencia de polución. Otra, se acuesta después de la
dureza del trabajo, cansada. Las zancadas se hacen al principio lentas, por su
mente van sucediendo imágenes de un ayer, de un pasado que aun duele. Porqués
hechos que nuestra taconear en la vida duele, nos pesa. Ahora, libre, transfiere
su dolor en cada pisada, en cada pensamiento de su entereza. Y ella fue atleta,
atleta perdida en la sobriedad de las jornadas, perdida en la violencia del
hombre. Una violación, un sin sentido que la pierde hoy en día en el dolor, en
una angustia particular sacudida por el temblor de sus pilares. Y todo es
espeso, porque no recuerda bien, solo kilómetros, kilómetros con el sudor a
cuesta y la dejadez de los años. Y lo
conto, como atreverse…tu mujer…hay que decir que han abusado de ti. Y por ello
por loca te tomaron. Y por ello te tomaron loca, con el delirio presente de
otros sucesos te cuestionaron. Entonces tomaron el rumbo del aislamiento. Entonces
tus espaldas rajadas se orientaron al vacío. Entonces tus piernas tomaron la dirección
de la soledad y el silencio. Y por ello te tomaron por loca. Las cicatrices se
revuelcan en tu vientre, en tu razón. Y tu razón despierta los sentidos de tus
heridas, muchas. Y la otra sueña y sueña, dormita complacida entre sábanas
blancas mientras la calima es dejadez, es agotamiento. Espera que la complicidad
de su querer regrese a casa. Ella sabe de todos sus pesares, de todas sus penas
fallecidas cuando sus piernas baten el suelo. Cada pisada se convierte en un estrecho
marginar de sus dolencias. Cada pisada se transforma en la verticalidad de sus
días. Cada pisada se enfrenta a su escalada hacia cumbres donde es intocable en
el ahora, en el mañana. Y desde su dormitar escucha el ajetreo de los
pajarillos tal vez, contentos de la ida del mal tiempo….CONTINUARÁ
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