Arboles pelados. El sudor de sus ramas cuando sus hojas caen,
caen movidas por un viento brusco. Los pasos. Los pasos perdidos de los días,
de los meses, de los años…. Pájaros cantando a la ida de la madrugada. El
descanso. El descanso de almas dolidas en el curso de las horas…tic-tac…tic-tac.
Arboles que miran. Arboles que escuchan. Arboles vestidos de negro. Y sin más sonríen,
sin más se vuelven y cara a cara nos abrazan. Embelesada me estanco en ellos,
ojos estáticos en el rumor del viento, de un viento brusco. El sonido de sus
cuerpos en soledad, el sonido de su respiración en la ausencia de los soles que
colmaran su entereza.
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