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Ahora,
aquí postrada recuerdo mi juventud, tu niñez. Burbujeantes tonadas de alegría
avanzaban en tu sangre, en la pequeñez de tu cuerpo. Ahora, cuando la
enfermedad y incansable bombardeo que no deja descansar te busco en mis
recuerdos, en una memoria que huye en estos instantes de odio y rencor. Porque
si hija, las guerras no más que son batallas del odio y el rencor, no hay más.
Un poder inhumano exhala cenizas en nuestros ojos y todo se vuelve oscuro y los
pájaros no cantan. Ahora, cuando la noche me agazapa en las sombras de un minúsculo
silencio mis pensamientos me llevan a ti. Tu te has ido, querida hija. Si hija,
has huido como tantos otros a tierras desconocidas, me imagino en esta ráfaga
de aire cortante en tierras insípidas, en tierras donde la lucha no ha
terminado. Busca la paz, el equilibrio querida hija ¡Ay hija ¡no llores por mí,
yo ya he vivido lo que tenía que vivir. Ahora, aquí postrada con ojos prietos
huyendo de mi muerte ¡Es imposible ¡ya viene….ya viene. Estoy acompañada…¡no¡¡no¡
estoy sola para que mentirte. Tanta y tantos muertos que quedarán en el
anonimato. Yo soy una más, vomito por mi nariz, vomito por mi boca toda esta
destrucción, toda esta descabellada maldad del mundo. Mi descanso será tu
descanso querida hija. Mi alma será parte de tus pasas hacia la libertad, hacia
la paz. Te protegeré en cada precipicio que se arrime a ti y seré soga que cuelga
tus sentidos. Este presente de luna menguante me hace detenerme en ti, en tus
deseos, en tus inquietudes, en tus aspiraciones y de seguro que lo lograrás.
Qué contarte de esta despedida aquí en mi lecho de difunta. Querida hija me
siento orgullosa de que te hayas ido de este infierno, la guerra. Me entra
ganas de reír, es como si la victoria fuera mía y con mi ida tu serás fuente
eviterna de la verticalidad, de vientos nortes que te lleven lejos…muy lejos
donde la palabra genocidio no exista. Tendrás que empezar de nuevo querida hija,
tu lo vales. Solo te digo que me entra ganas de reír desde este mi último
suspiro y en mi sueño estás tu. Te veo corriendo por la densa hierba dibujando cometas
en el cielo como un jardín de arco de colores. Te veo feliz, pensándome, conversándome,
amándome, recordándome. Las razas no existen hijas, son nombre que ponen las
gentes, las gentes de este diminuto mundo. Somos tan pequeñas y grande a la
vez. Somos un círculo de hogueras donde la danza del amor nos socorre de lo malévolo,
de las tinieblas de las miradas...CONTINUARÁ
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