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Uhm…tengo
miedo hija. Cómo puede ser esto…tengo miedo, mucho miedo. A veces todo se desborda. A veces el ser
humano se vuelve arisco, nefasto ante lo que no asciende del. Un verdadero
temor que me convierte en un pájaro invisible tras los espejos que te reflejas.
Tu no decaigas, ya has sufrido y penado bastante. Ahora, en el amanecer, me
fijo en ese anciano quieto y el perro canelo y flaco en sus pies. No se mueven,
no se tambalean, aunque la amenaza sea real, existente a su alrededor. Tengo
miedo hija que todo esto se expanda. Ustedes, seres de la nada estáis derivados
a la nada, a precipicios donde lo irracional los abraza. Uhm…hija mía, sigue lo
que dice tu corazón y tus ideas. Que nadie te dañe. Que nadie te martirice con
el canto de pájaros sin alas. Todos somos uno, una atmosfera donde se balancea
nuestra entereza enraizada a un epicentro, la vida. Tengo miedo hija…mucho
miedo. Medito, examino y los sueños se vuelven pesadillas, delirios. No por ti
ni tu niño, sino por la fealdad de espíritu de unos. Te meces entre tus
sentimientos, te meces en tu yo, te meces en tu persona. Te perdono todo hija. No
fuiste mala hija en el ayer solo, tu condición de ser, tu condición en el amor.
No fuiste mala. Ahora, aquí, en la oscuridad del espacio determino tus
preocupaciones, tu malestar, tu desconfianza, tu tristeza, tus ansias. Yo lo sabía
hija. Toda la vida lo he sabido. Una opacidad amargaba tu verticalidad. La
condición de ser atraída por el mismo sexo no es mala hija. Nunca lo ha sido.
Son solo una opción más en esta existencia. Perdóname, hija, mi daño no era por
ti, todo estaba involucrado al ritmo de nuestra manera de sociedad. Detente y medita,
qué hubiera ocurrido. No eres mala hija solo, una quise protegerte. Ante la
vociferación, ante la muerte y aun tengo miedo. Sí, mucho miedo. Sé que no me escuchas,
pero algo te hace presentirme. Me piensas, sospechas algo y sin embargo sigues
con la esperanza de volverme a ver. No hija, el anciano quieto y el perro
canelo y flaco en sus pies esta ante el adiós perpetuo. Pero tu has llegado,
con tu niño. Ay, hija mía, que este nuevo aroma no te entregue a riscos donde
ortigas rajen tus deseos, tus propósitos. Tengo miedo hija de que un martillo
hiriente te agarre y te escupa su mal aliento…sí, mucho miedo. Se tú, erguida
como los pájaros al encuentro de su ruta ¿Cómo hacer? ¿Cómo decirte? Perdón,
que los pájaros cantan en mi espíritu de encontrarte así, has llegado hija….El
crepúsculo de la mañana viene con nuevas expectativas para ti, para tu niño. Lo
sé. El crepúsculo de la mañana será de nuevas experiencias que te harán más
fuerte, más alta, más tu. Míralo, ese cielo entre dorado y celeste construyendo
un cielo donde los sueños avanzan, donde
todo se va recomponiendo hasta la victoria de nuestras pisadas...CONTINUARÁ
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